Pasión por la tierra, pasión por la empresa: Todo lo que he aprendido con la aventura de crear las Bodegas Familiares Matarromera (Sin colección)

Hace treinta años, en 1988, Carlos Moro se lanzó a una aventura dudosa: recobrar la tradición familiar de cultivar viñedos y ocuparse a la elaboración del vino. En 1995, Matarromera, su vino mucho más emblemático, sería elegido el más destacable de todo el mundo. En este momento, décadas después, tiene una de las compañías bodegueras mucho más reputadas y también originales de España, con multitud de reconocimientos nacionales y también de todo el mundo y presencia en seis designaciones de origen.

¿Cuál fué el misterio de su éxito? Como él mismo enseña, la suya es una compañía intensamente arraigada en la tierra, pero es asimismo un emprendimiento intensamente revolucionario. Comprender el pasado es indispensable para crear el presente. En la situacion del vino, Bodegas Familiares Matarromera ha adoptado ciertos preceptos de los frailes que proceden de la Borgoña que se instalaron en Santa María de Valbuena en los siglos xii y xiii. Los religiosos trajeron consigo cepas y técnicas de esa zona vinícola francesa que Moro puso cada día, bajo el principio de que se puede utilizar la máxima modernidad a algo completamente tradicional.

Pues la compañía que olvida sus orígenes y la historia difícilmente puede hacer un presente con proyección de futuro.