Yo, Marx

La primera temporada en Londres fue bastante dura para mí, sumido en la pobreza, aquejado por mi mala salud y avizorado por los acreedores. Mi familia y yo sobrevivimos seis largos años en 2 pobres cuartos del Soho (en uno dormíamos todos y en el otro yo escribía, mi mujer cocinaba y los pequeños jugaban), merced a las ayudas que nos mandaba Engels desde la factoría de su padre en Manchester, donde tenía un trabajo de contable. Asimismo cooperaron a nuestro sustento mi amigo Wilhelm Wolff y ocasionales envíos de los familiares de Jenny. De forma frecuente, los enfurecidos acreedores rondaban la vivienda en demanda de los pagos que se les adeudaban. En el invierno de 1852, debimos mantenerse múltiples semanas en el hogar por el hecho de que habíamos empeñado todos y cada uno de los abrigos. Aun yo me burlaba de mi condición sentenciando: “No pienso que absolutamente nadie haya escrito jamás sobre el dinero teniendo tan poco como yo”.