SÉNECA: La brevedad de la vida

Para Séneca la Filosofía tiene frente un valor práctico. No es Filosofía la que sencillamente enseña a saber cosas, sino más bien la que enseña a vivir bien, de conformidad con la virtud. Nada le importa sino más bien lo que puede hacerle virtuoso. No es Filosofía la que únicamente se utiliza para la escuela, sino más bien la que se utiliza para la vida. La Filosofía es un bien universal que debe alcanzar a todos.
Su singularidad, mucho más que en doctrinas específicas, radica en su carácter intensamente humano, en centrar su interés en el hombre mismo. Interioriza la vida ética y encomia como algo sagrado la dignidad de la persona humana. Reconociendo los defectos de los hombres, sabe, sin embargo, hallarles disculpa. Siente vivamente el mal del resto y asiste a la Filosofía para consolarles. El pensador ha de ser una suerte de médico de las ánimas. Su misión es educar la virtud y consolar a los que padecen.
La obra Sobre la brevedad de la vida (De brevitate vitae) forma un tratado sobre los ultrajes del tiempo. Está encargada de un Paulino, indudablemente el hermano o el padre de Pompeya Paulina, la mujer de Séneca. El tema subyacente es el del tiempo y la desaparición, pero asimismo el de la vida como realización efectiva en un campo con limite.
Más allá de que los hombres no cesan de quejarse de la brevedad de la vida, son ellos solos los auténticos responsables de acortarla con su desidia y sus vicios. Desperdiciamos el tiempo y no lo tenemos en cuenta el bien mayor y único. El tiempo de la vida es bastante si se conoce explotar.