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El hombre forma entre las infinitas secuelas de la enorme explosión. Representa un producto elaborado del big-bang, que tras miles millones de años de evolución galáctica, y mediante muy frecuentes cambios físicos, químicos y biológicos, llegó hasta aquí y en este momento, tras la condensación y redistribución del polvo de estrellas de conformidad con un orden desconocido para gozar nuestro tiempo de ocio con la práctica del ping-pong, por ejemplo ocupaciones.
Según teoriza y postula la ciencia física moderna, toda la materia, energía y tiempo primigenio del presente cosmos estuvo condensada en un espacio de tamaño afín al de una pelota de ping-pong en los primeros momentos de la enorme explosión. Resulta al menos paradójico que procedamos de la materia y energía contenida en un volumen afín al de esa pelota, y encontramos paseo tanto espacio, tiempo y transformaciones, para terminar llevando a la práctica este deporte, entre otras muchas cosas.
Semeja que esta conexión galáctica entre el big-bang y el ping-pong quisiese advertirnos de algo. Utilizando este guiño deportivo-cosmogónico, proponemos en este compendio de expresiones solicitantes a ideas, una sugerencia sobre cuestiones filosóficas de la vida y del deporte, al unísono que piensa una reflexión metafísica sobre la condición humana.
Es este un artículo que se gestó y medró con la intención de avivar inquietudes por esta actividad deportiva en todos esos leyentes apasionados, fácil y hondamente al unísono, por la vida y de de qué manera la clase humana llegó a ser lo que es, y de incitar a la reflexión ideológica a los practicantes de este deporte de raqueta.
El escrito emplea como explicación a este para charlar sobre nuestra vida, al unísono que recurre al Cosmos como motivo para vaciarnos en discusiones sobre este rico y arrinconado deporte. El ejercicio ética y también intelectual de aclarar las sencillos y específicas incógnitas que esta actividad humana nos expone, nos sirve de calentamiento para emprender los secretos con que nuestra vida aguijonea nuestras psiques. Si este propósito se ve siquiera insinuado por este libro, su misión va a haber sido extensamente satisfecha.
En esta obra, incluyendo el título, usaremos en conjunto los términos ping-pong y tenis de mesa. Este último para llevar a cabo referencia a la actividad deportiva en su apariencia competitivo y oficial, y aquel a su acepción lúdica y popular. En el capítulo octavo se tratará particularmente esta distinción.
Según teoriza y postula la ciencia física moderna, toda la materia, energía y tiempo primigenio del presente cosmos estuvo condensada en un espacio de tamaño afín al de una pelota de ping-pong en los primeros momentos de la enorme explosión. Resulta al menos paradójico que procedamos de la materia y energía contenida en un volumen afín al de esa pelota, y encontramos paseo tanto espacio, tiempo y transformaciones, para terminar llevando a la práctica este deporte, entre otras muchas cosas.
Semeja que esta conexión galáctica entre el big-bang y el ping-pong quisiese advertirnos de algo. Utilizando este guiño deportivo-cosmogónico, proponemos en este compendio de expresiones solicitantes a ideas, una sugerencia sobre cuestiones filosóficas de la vida y del deporte, al unísono que piensa una reflexión metafísica sobre la condición humana.
Es este un artículo que se gestó y medró con la intención de avivar inquietudes por esta actividad deportiva en todos esos leyentes apasionados, fácil y hondamente al unísono, por la vida y de de qué manera la clase humana llegó a ser lo que es, y de incitar a la reflexión ideológica a los practicantes de este deporte de raqueta.
El escrito emplea como explicación a este para charlar sobre nuestra vida, al unísono que recurre al Cosmos como motivo para vaciarnos en discusiones sobre este rico y arrinconado deporte. El ejercicio ética y también intelectual de aclarar las sencillos y específicas incógnitas que esta actividad humana nos expone, nos sirve de calentamiento para emprender los secretos con que nuestra vida aguijonea nuestras psiques. Si este propósito se ve siquiera insinuado por este libro, su misión va a haber sido extensamente satisfecha.
En esta obra, incluyendo el título, usaremos en conjunto los términos ping-pong y tenis de mesa. Este último para llevar a cabo referencia a la actividad deportiva en su apariencia competitivo y oficial, y aquel a su acepción lúdica y popular. En el capítulo octavo se tratará particularmente esta distinción.
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