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Eva Braun, apasionado de Hitler, fue una figura enigmática y también inquietante. Esta biografía novelada lanza luz sobre un personaje a medio sendero entre la verdad y la historia de historia legendaria.
En La rosa y la esvástica, Francisco Javier Aspas desentraña la vida de una mujer enigmática que no encajaba en el estándar femenino nacionalsocialista: bebedora y fumadora (vicios que Hitler odiaba), apasionado del jazz y del foxtrot, antojadiza, zahorí, recelosa…
Acabada la guerra, Werner Muntz, «el guardián» de Eva Braun, afirma como preso nazi a cargo de los soviéticos. De esta forma, Muntz se transforma en el narrador que destapa los puntos mucho más íntimos del círculo personal de Hitler: los años de esplendor en la atmósfera viciada del Berghof y la humillación posterior, personal y colectiva, hasta el derrumbe total en el búnker berlinés donde Hitler y Eva Braun se suicidaron.
Según Albert Speer: «En el momento en que los historiadores del futuro indaguen en la vida de Eva Braun, descubrirán a una mujer que fue sin importancia en lo político, pero asombroso en lo humano». Una mujer inquietante que jamás militó en el Partido Nazi, pero que frecuentemente repetía: «El Führer es el Führer y siempre y en todo momento lleva razón. De ahí que es el Führer».
En La rosa y la esvástica, Francisco Javier Aspas desentraña la vida de una mujer enigmática que no encajaba en el estándar femenino nacionalsocialista: bebedora y fumadora (vicios que Hitler odiaba), apasionado del jazz y del foxtrot, antojadiza, zahorí, recelosa…
Acabada la guerra, Werner Muntz, «el guardián» de Eva Braun, afirma como preso nazi a cargo de los soviéticos. De esta forma, Muntz se transforma en el narrador que destapa los puntos mucho más íntimos del círculo personal de Hitler: los años de esplendor en la atmósfera viciada del Berghof y la humillación posterior, personal y colectiva, hasta el derrumbe total en el búnker berlinés donde Hitler y Eva Braun se suicidaron.
Según Albert Speer: «En el momento en que los historiadores del futuro indaguen en la vida de Eva Braun, descubrirán a una mujer que fue sin importancia en lo político, pero asombroso en lo humano». Una mujer inquietante que jamás militó en el Partido Nazi, pero que frecuentemente repetía: «El Führer es el Führer y siempre y en todo momento lleva razón. De ahí que es el Führer».
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