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Es que la multitud me complica la vida...
¿Has escuchado en algún momento está expresión? ¿La has dicho tú en algún momento?
Puede ser, pienso yo, pero te lanzo otra pregunta, ¿no vamos a ser nosotros lo que dejamos que nos la compliquen?
- Mi jefe me charla mal, me trata tal y como si fuera su criado, me tremen las piernas con solo meditar que llega el primer día de la semana.
- Mi madre es bastante acaparadora, está interfiriendo en mi relación de pareja.
- Mi pareja me pide proseguir su propósito de vida, pero no coincide con el mío y eso me crea angustia y ansiedad.
Estas y mucho más ocasiones son comunes en nuestro día a día.
Entonces, ¿Verdaderamente son el resto los que nos complican la vida? Y si es de esta manera, ¿Qué hacemos sobre esto?
Ya que lamentablemente, la mayor parte de las ocasiones, aceptamos que sí, que son el resto los que nos complican la vida, o sea, nos encontramos familiarizados a poner el control de la situación, de lo que nos pasa, fuera de nosotros, en el resto, en las situaciones, en la vida, en el tiempo, en el trabajo. Es una suerte de programa mental inculcado por el sistema que nos circunda, es tal y como si prosiguiéramos hipnotizados una forma de pensar prefabricada por las tradiciones, el sistema, la civilización, el sitio, pero que nos orilla a que cedamos nuestro poder personal, a sacarlo fuera de nosotros.
Esa forma de meditar y accionar, en un corto plazo nos calma, nos relaja, por el hecho de que nos quita culpa, nos encontramos de forma cómoda incómodos. Es lo popular, pero en un largo plazo es una trampa escencial, en tanto que nos distancia del desarrollo de asesorar nuestra vida.
Es algo tal como si nos acomodásemos en la iniciativa de que no tenemos la posibilidad de realizar nada, de esta forma son las cosas, es lo que hay, y otras oraciones mucho más que nos repetimos y que nos llevan al conformismo, a la inercia de no cambiar las cosas por el hecho de que mucho más vale lo malo popular.
Eso nos posiciona en una situación de indefensión, donde nos suponemos un pensamiento limitante que afirma que el resto me hacen padecer, que la verdad no es como me agradaría que fuera.
El paternalismo, el victimismo, la culpa... La compromiso es nuestra capacidad de contestar frente a lo que nos sucede, y sí, es posible que frecuentemente nos equivoquemos, pero es que todos disponemos derecho a cometer fallos.
Bastante gente no nos atrevemos a ofrecer ciertos pasos, pues disponemos bastante temor a confundirnos.
Pero si no nos equivocásemos, ¿de qué manera podríamos seguir?, si no corremos peligros ¿De qué forma tenemos la posibilidad de salir de ocasiones que nos incomodan y que se repiten en nuestras vidas en tantas ocasiones?
¿Has escuchado en algún momento está expresión? ¿La has dicho tú en algún momento?
Puede ser, pienso yo, pero te lanzo otra pregunta, ¿no vamos a ser nosotros lo que dejamos que nos la compliquen?
- Mi jefe me charla mal, me trata tal y como si fuera su criado, me tremen las piernas con solo meditar que llega el primer día de la semana.
- Mi madre es bastante acaparadora, está interfiriendo en mi relación de pareja.
- Mi pareja me pide proseguir su propósito de vida, pero no coincide con el mío y eso me crea angustia y ansiedad.
Estas y mucho más ocasiones son comunes en nuestro día a día.
Entonces, ¿Verdaderamente son el resto los que nos complican la vida? Y si es de esta manera, ¿Qué hacemos sobre esto?
Ya que lamentablemente, la mayor parte de las ocasiones, aceptamos que sí, que son el resto los que nos complican la vida, o sea, nos encontramos familiarizados a poner el control de la situación, de lo que nos pasa, fuera de nosotros, en el resto, en las situaciones, en la vida, en el tiempo, en el trabajo. Es una suerte de programa mental inculcado por el sistema que nos circunda, es tal y como si prosiguiéramos hipnotizados una forma de pensar prefabricada por las tradiciones, el sistema, la civilización, el sitio, pero que nos orilla a que cedamos nuestro poder personal, a sacarlo fuera de nosotros.
Esa forma de meditar y accionar, en un corto plazo nos calma, nos relaja, por el hecho de que nos quita culpa, nos encontramos de forma cómoda incómodos. Es lo popular, pero en un largo plazo es una trampa escencial, en tanto que nos distancia del desarrollo de asesorar nuestra vida.
Es algo tal como si nos acomodásemos en la iniciativa de que no tenemos la posibilidad de realizar nada, de esta forma son las cosas, es lo que hay, y otras oraciones mucho más que nos repetimos y que nos llevan al conformismo, a la inercia de no cambiar las cosas por el hecho de que mucho más vale lo malo popular.
Eso nos posiciona en una situación de indefensión, donde nos suponemos un pensamiento limitante que afirma que el resto me hacen padecer, que la verdad no es como me agradaría que fuera.
El paternalismo, el victimismo, la culpa... La compromiso es nuestra capacidad de contestar frente a lo que nos sucede, y sí, es posible que frecuentemente nos equivoquemos, pero es que todos disponemos derecho a cometer fallos.
Bastante gente no nos atrevemos a ofrecer ciertos pasos, pues disponemos bastante temor a confundirnos.
Pero si no nos equivocásemos, ¿de qué manera podríamos seguir?, si no corremos peligros ¿De qué forma tenemos la posibilidad de salir de ocasiones que nos incomodan y que se repiten en nuestras vidas en tantas ocasiones?
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