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El día de hoy es 7 de diciembre de 2013.
Recientemente más de un mes cumplí 78 añles.
Y recientemente más de una hora, me afirmaron que me quedan tres días de vida.
¿Cuánto tiempo representan tres días en una vida? ¿Fueron tres días aquellas vacaciones eternas o esos que me han comunicado la llegada de mis hijos? ¿O tres días fueron los que el día de hoy no recuerdo que viví en ciertas tantas semanas rutinarias donde el primer día de la semana repetía al jueves?
¿Cuáles de todos esos tres días, son los que en este momento me comentan que tengo? ¿Son toda la eternidad o sólo unos momentos? ¿Cuánto durarán estos tres días, en el momento en que me aseguran que son los últimos?
En estas situaciones ¿debo medir el tiempo en horas o en la proporción de transfusiones de sangre que necesito?
O mejor aún, ¿consigno un minuto por cada llamado telefónico de personas que, más allá de que son próximas, hace ya tiempo que no veo?
Parece ser por la proporción de pinchazos en mis brazos, de los que van mangueras finitas que van hasta bolsas con líquidos de colores múltiples, líquidos que –dicen- son los que me sostienen viva ... Y más que nada, parece ser por la proporción de ocasiones que la puerta de mi lúgubre habitación 204 donde reza un letrero de “tolerante en aislación”, se ha abierto desde el instante en que me internaron, concluyo en que al filo de la desaparición las horas se prolongan, se hacen flexibles y un minuto tiene dentro toda la eternidad...
Con lo que entiendo, tendré suficiente tiempo para redactar esta historia.
La crónica de mi vida.
Una vida que –creo- quizás logre inspirarte algo. Un cambio, una decisión.
O por qué no? el valor para tomar las bridas de tu vida, como lo hice con ahora cumplidos 48 añles.
En el momento en que ahora había plantado un árbol –varios árboles de todos modos- en el momento en que ahora tenía tres hijos y en el momento en que hasta ahora había escrito un libro... comenzó mi Segunda Vida.
Recientemente más de un mes cumplí 78 añles.
Y recientemente más de una hora, me afirmaron que me quedan tres días de vida.
¿Cuánto tiempo representan tres días en una vida? ¿Fueron tres días aquellas vacaciones eternas o esos que me han comunicado la llegada de mis hijos? ¿O tres días fueron los que el día de hoy no recuerdo que viví en ciertas tantas semanas rutinarias donde el primer día de la semana repetía al jueves?
¿Cuáles de todos esos tres días, son los que en este momento me comentan que tengo? ¿Son toda la eternidad o sólo unos momentos? ¿Cuánto durarán estos tres días, en el momento en que me aseguran que son los últimos?
En estas situaciones ¿debo medir el tiempo en horas o en la proporción de transfusiones de sangre que necesito?
O mejor aún, ¿consigno un minuto por cada llamado telefónico de personas que, más allá de que son próximas, hace ya tiempo que no veo?
Parece ser por la proporción de pinchazos en mis brazos, de los que van mangueras finitas que van hasta bolsas con líquidos de colores múltiples, líquidos que –dicen- son los que me sostienen viva ... Y más que nada, parece ser por la proporción de ocasiones que la puerta de mi lúgubre habitación 204 donde reza un letrero de “tolerante en aislación”, se ha abierto desde el instante en que me internaron, concluyo en que al filo de la desaparición las horas se prolongan, se hacen flexibles y un minuto tiene dentro toda la eternidad...
Con lo que entiendo, tendré suficiente tiempo para redactar esta historia.
La crónica de mi vida.
Una vida que –creo- quizás logre inspirarte algo. Un cambio, una decisión.
O por qué no? el valor para tomar las bridas de tu vida, como lo hice con ahora cumplidos 48 añles.
En el momento en que ahora había plantado un árbol –varios árboles de todos modos- en el momento en que ahora tenía tres hijos y en el momento en que hasta ahora había escrito un libro... comenzó mi Segunda Vida.
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