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¿De qué forma admitir la patología y, más que nada, la desaparición de un individuo cercano?
De la misma Períodico del hombre pálido del asimismo pamplonica Juan Felicidad Armendáriz, libro con enorme acogida en sus tres ediciones por el colectivo médico y sanitario y, lo más esencial, los pacientes, Luz de noviembre, por la tarde soluciona con brillantez esos instantes tristes y también intensos que a ciertos nos toca vivir. Sin amargura, solo con la melancolía que el lector es con la capacidad de sonsacar, la prosa de Laporte nos conduce con enorme valor por el último año de vida de su padre, con el añadido del novedoso fallecimiento de su madre, sin manipulaciones sentimentales, limitándose a detallar hechos y con las pausas de sus medites, la mayor parte de las ocasiones desplazables a otros casos afines.
Una obra autobiográfica que vale la pena por su calidad literaria y pues mucho más de uno hallará en este libro la historia indirecta que le asista a sobrepasar nuestra
EXTRACTO
Mediodía de octubre. Sol fresco en La capital de españa. Como el personaje principal de La noche del oráculo de Paul Auster busco mi «Palacio de Papel» para hacerme con uno de esos cuadernos que dan alas a la escritura. En una calle que desemboca en Tirso de Molina encontré el más destacable soporte para estas letras, para este comienzo de curso: un cuaderno Clairefontaine con tapas color cartón, con arrugas como la piel de un sofá de cuero. Por la parte interior, blanco nuclear.
En este momento solo es necesario mancharlo de imágenes, aproximadamente preciosas, reales, francas, quién sabe con qué nivel de desnudez. Veo en los monitores del metro a un actor, Daniel Craig, al que le asignan el papel de su historia: vas a ser el próximo James Bond (pese a lo rubio de tu pelo). Ahora está decidido, Bond tiene cara, nuevo cuerpo, todo está listo, el traje inigualable, el vodka con Martini agitado pero no revuelto. Lo mucho más bien difícil está hecho. Es el instante de asumir el personaje, sus andares, las formas, ingresar nuevos movimientos, ofrecerle carácter, interpretarlo. Ahora tengo papel, en este momento hay que llevarlo a escena.
LO QUE DICE LA CRÍTICA
El creador logra sostener una equidistancia entre la trampa sentimental y la asepsia gráfica que, tras el mortal desenlace, se desplaza notoriamente hacia la melancolía, una tristeza que va deslizándose de manera lenta, como el telón que siempre y en todo momento debe de caer en el final de la función. - Gerardo Eloriaga, Períodico Vasco
Luz de noviembre, por la tarde, una hermosa narración sobre la desaparición de sus progenitores. El artículo, una novela íntima, es un claro homenaje a las confesiones. El personaje primordial es él, un joven que está en la soledad de lo que hasta la actualidad fueron sus pilares. La literatura, la escritura, el confrontarse consigo y su destino es lo que le salvará. - Jacinta Cremades, El Ecuánime
Eduardo Laporte ha volcado en Luz de noviembre, por la tarde los pormenores de un tiempo mortecino, como esa luz de brumario que da título al libro, y lo hizo con desenvoltura, con felicidad, agregando instantes enternecedores, de buena literatura. - Juan Felicidad Armendáriz, Períodico de Navarra
SOBRE EL AUTOR
(Pamplona en 1979) De padre francés y madre navarra, Eduardo Laporte es periodista experto en cultura y coopera en varios de los suplementos culturales mucho más leídos. Ha entrevistado a escritores como Carol Joyce Oates, Herta Müller o Julio Llamazares. Radica en La capital española desde 2005, donde escribió Luz de noviembre, por la tarde. Ha anunciado además de esto Postales del náufrago digital (Prames, 2008), una recopilación de las entradas de su blog, en el que se cuela con talento por los pliegues de lo diario.
De la misma Períodico del hombre pálido del asimismo pamplonica Juan Felicidad Armendáriz, libro con enorme acogida en sus tres ediciones por el colectivo médico y sanitario y, lo más esencial, los pacientes, Luz de noviembre, por la tarde soluciona con brillantez esos instantes tristes y también intensos que a ciertos nos toca vivir. Sin amargura, solo con la melancolía que el lector es con la capacidad de sonsacar, la prosa de Laporte nos conduce con enorme valor por el último año de vida de su padre, con el añadido del novedoso fallecimiento de su madre, sin manipulaciones sentimentales, limitándose a detallar hechos y con las pausas de sus medites, la mayor parte de las ocasiones desplazables a otros casos afines.
Una obra autobiográfica que vale la pena por su calidad literaria y pues mucho más de uno hallará en este libro la historia indirecta que le asista a sobrepasar nuestra
EXTRACTO
Mediodía de octubre. Sol fresco en La capital de españa. Como el personaje principal de La noche del oráculo de Paul Auster busco mi «Palacio de Papel» para hacerme con uno de esos cuadernos que dan alas a la escritura. En una calle que desemboca en Tirso de Molina encontré el más destacable soporte para estas letras, para este comienzo de curso: un cuaderno Clairefontaine con tapas color cartón, con arrugas como la piel de un sofá de cuero. Por la parte interior, blanco nuclear.
En este momento solo es necesario mancharlo de imágenes, aproximadamente preciosas, reales, francas, quién sabe con qué nivel de desnudez. Veo en los monitores del metro a un actor, Daniel Craig, al que le asignan el papel de su historia: vas a ser el próximo James Bond (pese a lo rubio de tu pelo). Ahora está decidido, Bond tiene cara, nuevo cuerpo, todo está listo, el traje inigualable, el vodka con Martini agitado pero no revuelto. Lo mucho más bien difícil está hecho. Es el instante de asumir el personaje, sus andares, las formas, ingresar nuevos movimientos, ofrecerle carácter, interpretarlo. Ahora tengo papel, en este momento hay que llevarlo a escena.
LO QUE DICE LA CRÍTICA
El creador logra sostener una equidistancia entre la trampa sentimental y la asepsia gráfica que, tras el mortal desenlace, se desplaza notoriamente hacia la melancolía, una tristeza que va deslizándose de manera lenta, como el telón que siempre y en todo momento debe de caer en el final de la función. - Gerardo Eloriaga, Períodico Vasco
Luz de noviembre, por la tarde, una hermosa narración sobre la desaparición de sus progenitores. El artículo, una novela íntima, es un claro homenaje a las confesiones. El personaje primordial es él, un joven que está en la soledad de lo que hasta la actualidad fueron sus pilares. La literatura, la escritura, el confrontarse consigo y su destino es lo que le salvará. - Jacinta Cremades, El Ecuánime
Eduardo Laporte ha volcado en Luz de noviembre, por la tarde los pormenores de un tiempo mortecino, como esa luz de brumario que da título al libro, y lo hizo con desenvoltura, con felicidad, agregando instantes enternecedores, de buena literatura. - Juan Felicidad Armendáriz, Períodico de Navarra
SOBRE EL AUTOR
(Pamplona en 1979) De padre francés y madre navarra, Eduardo Laporte es periodista experto en cultura y coopera en varios de los suplementos culturales mucho más leídos. Ha entrevistado a escritores como Carol Joyce Oates, Herta Müller o Julio Llamazares. Radica en La capital española desde 2005, donde escribió Luz de noviembre, por la tarde. Ha anunciado además de esto Postales del náufrago digital (Prames, 2008), una recopilación de las entradas de su blog, en el que se cuela con talento por los pliegues de lo diario.
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