La libertad, ¿para qué?: La liberté, pour quoi faire? (Nuevo Ensayo nº 63)

La civilización, en la hora presente, no solo ha de ser protegida. Le resulta necesario hacer regularmente, pues la barbarie no para de eliminar, y esa barbarie no es jamás tan dañina como en el momento en que da la sensación de que asimismo está creando.

La desgracia mayor de todo el mundo, en el instante en que hablo, es que jamás fué tan bien difícil como en este momento el distinguir entre los constructores y los destructores, por el hecho de que jamás la barbarie tuvo unos medios tan poderosos para abusar de las defraudes y de las esperanzas de una humanidad ensangrentada, que duda de sí y de su porvenir. Jamás el Mal tuvo una ocasión tan favorece para fingir que lo que hace son las proyectos del Bien. Jamás el Demonio ha justo tanto el nombre que le daba san Jerónimo, el de mono imitador de Dios.