Leyendas (Ilustrado): Sus leyendas más famosas y las menos conocidas

Una edición particular con ciertas ilustraciones y que incluye las leyendas menos conocidas del creador.
Tienes frente a ti de las mejores recopilaciones de las leyendas que fue escribiendo Gustavo Adolfo Bécquer durante su corta vida.En este libro te hallarás estas leyendas: El monte de las almas, El beso, El cristo de la calavera, Los ojos verdes, El miserere, La promesa, La cruz del demonio, Maese Pérez el organista, La ajorca de oro, La venta de los gatos, La gruta de la mora, El aderezo de las esmeraldas, El rayo de luna, Memorias de un pavo, La creación, Tres datas, Las hojas secas, El caudillo de las manos rojas, La vuelta del combate, La corza blanca, El gnomo, La rosa de pasión, Creed en Dios, La arquitectura árabe en Toledo, ¡Es extraño!, La mujer de piedra.
"G. A. Bécquer.Su nombre real era Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida. Este poeta español, considerado por varios como el máximo gerente del posromanticismo -con el permiso de la enorme Rosalía de Castro-, nació en Sevilla allí por 1836.Bécquer se caracterizó por un intimismo y una enorme facilidad expresiva en sus escritos. En su familia recalcaron siempre y en todo momento los pintores, como su padre y su hermano Valeriano. Quedó huérfano a los diez años y dedicó su tiempo de adolescencia a estudiar humanidades y pintura, hasta el momento en que en 1854 marcha a La capital de españa con el estable propósito de empezar una carrera literaria., cosa que no resultó como él aguardaba y debió vivir del periodismo y de la traducción de proyectos de teatro extranjeras.Tras una extendida patología, en su convalecencia escribió la primera de sus leyendas: El caudillo de las manos rojas.Entre 1861 y 1865 compuso la mayoría de sus Leyendas, escribió muchas crónicas periodísticas y publicó las Cartas literarias a una mujer.En 1868 se trasladó a Toledo con Valeriano, su hermano, donde terminaría reconstruyendo el manuscrito de las Rimas, perdido el original en un saqueo a lo largo de la revolución.En el momento en que murió su hermano entró en una profunda depresión que pareció señalarle al propio creador la proximidad de su muerte. Bécquer entregó sus auténticos a Narciso Campillo, amigo que se encargó de ellos tras su muerte a fines del año 1870."