Lágrimas de nieve: De humanos y monstruos

Bien difícil es para la sombra seleccionar entre luz y obscuridad.

En Lágrimas de nieve proseguimos la crónica de un joven exorcista londinense apellidado Steinsson, y de enigmático nombre.

Un huérfano de las calles de Whitechapel que halló su salvación entre los muros que esconden las malvadas sombras de la Iglesia anglicana. En el comienzo de su veintena, tras subsistir el frío invierno de 1890, el sacerdote descubrirá los misterios de su organización y sus oscuras tramas. Sin fundamento alguno para proseguir con su historia, su única obsesión es conocer quién fue su madre, de qué forma murió y si verdaderamente lo logró. Las manos entre las sombras de la sociedad victoriana procurarán que su cabeza, intranquiliza y sagaz, se encargue de otros menesteres.

Esa es la razón de que el padre Steinsson sea enviado a una bien difícil misión a las exóticas y lejanas tierras de la India. Allí va a deber efectuar el exorcismo de un arriesgado demonio que aterra la zona. Inconsciente de su destino, comprenderá que todos y cada uno de los caminos se cruzan, entretejidos, por un sino más bien invisible. Su obsesión por su pasado va a ver la luz en los sitios mucho más inopinados. En ese viaje descubrirá no solamente la diferencia entre los humanos que habitan en oriente y occidente, sino más bien que su cometido le va a ayudar a comprender algo mucho más. Una reflexión sobre la distancia que hay entre el vínculo que divide a humanos y a monstruos.