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Se están memorando los 125 años del nacimiento de Juan Ramón Jiménez, y los 50 de la concesión del premio Nobel de Literatura y de la desaparición de su mujer Zenobia, tal como los 75 de la proclamación de la II República De españa. Para linkear estas efemérides escribió Arturo del Villar un ensayo que termina de modificar el Colectivo Republicano Tercer Milenio, con un título que enseña bien su contenido: Juan Ramón Jiménez, poeta republicano.
La dedicación de Arturo del Villar a Juan Ramón es vieja y abundante. Cuenta en su haber con veintidós ediciones anotadas de proyectos juanramonianas, cinco libros de ensayos, nueve estudios incluidos en libros colectivos, 12 separatas, setenta y ocho productos insertados en publicaciones periódicas, y la publicación de los nueve Cuadernos de Zenobia y Juan Ramón de que es responsable. Con este bagaje previo hizo el nuevo ensayo, para mostrar la ideología política del universal creador de Platero y yo.
Los contrincantes del poeta, que son bastantes, han publicado la teoría de que era un ser insociable, dedicado únicamente a la escritura poética, sin preocuparse por nada de cuanto pasaba a su alrededor.
Es patraña, como lo revela este ensayo, en el que se recogen las confidencias de Juan Ramón contra la monarquía y su gerente, los manifiestos políticos que firmó en pos de la República, sus afirmaciones en acompañamiento del pueblo español agredido por los militares monárquicos rebelados, y su historia y muerte en el exilio por negarse a regresar a la patria mientras que estuviese doblegada a la dictadura fascista. El creador reproduce contenidos escritos de Juan Ramón tomados de sus libros y de sus cartas, y de los jornales de la temporada, tal como testimonios de sus amigos, absolutamente referenciados bibliográficamente. Tras leerlos es imposible poner en duda su deber con la izquierda y con la ideología republicana.
Asimismo examina Arturo del Villar la actitud de los campeones contra el poeta exiliado: su residencia madrileño fue saqueado en el mes de abril de 1939, y se le insultó en las gacetas oficiales y en los libros escritos por falangistas. En el momento en que la Academia Sueca le concedió el premio Nobel se procuró traerlo a España, en tanto que ese instante de reconocimiento en todo el mundo coincidió con la desaparición de su compañera, lo que le logró caer en una gran depresión de la que jamás se recobró. Más allá de ello, se negó a regresar, y asimismo a que el embajador de la dictadura recogiese en su nombre el diploma, puesto que su estado anímico le impedía moverse a Estocolmo. En cambio, el exilio republicano consideró el galardón como un premio a todos y cada uno de los que luchaban por la independencia de España.
Un capítulo final demanda la manipulación llevada a cabo por la jerarquía eclesiástica al adueñarse de su cuerpo embalsamado, con la cooperación de las autoridades fascistas, para dominarlo a unos rituales de los que el poeta se burló mientras que vivía.
La dedicación de Arturo del Villar a Juan Ramón es vieja y abundante. Cuenta en su haber con veintidós ediciones anotadas de proyectos juanramonianas, cinco libros de ensayos, nueve estudios incluidos en libros colectivos, 12 separatas, setenta y ocho productos insertados en publicaciones periódicas, y la publicación de los nueve Cuadernos de Zenobia y Juan Ramón de que es responsable. Con este bagaje previo hizo el nuevo ensayo, para mostrar la ideología política del universal creador de Platero y yo.
Los contrincantes del poeta, que son bastantes, han publicado la teoría de que era un ser insociable, dedicado únicamente a la escritura poética, sin preocuparse por nada de cuanto pasaba a su alrededor.
Es patraña, como lo revela este ensayo, en el que se recogen las confidencias de Juan Ramón contra la monarquía y su gerente, los manifiestos políticos que firmó en pos de la República, sus afirmaciones en acompañamiento del pueblo español agredido por los militares monárquicos rebelados, y su historia y muerte en el exilio por negarse a regresar a la patria mientras que estuviese doblegada a la dictadura fascista. El creador reproduce contenidos escritos de Juan Ramón tomados de sus libros y de sus cartas, y de los jornales de la temporada, tal como testimonios de sus amigos, absolutamente referenciados bibliográficamente. Tras leerlos es imposible poner en duda su deber con la izquierda y con la ideología republicana.
Asimismo examina Arturo del Villar la actitud de los campeones contra el poeta exiliado: su residencia madrileño fue saqueado en el mes de abril de 1939, y se le insultó en las gacetas oficiales y en los libros escritos por falangistas. En el momento en que la Academia Sueca le concedió el premio Nobel se procuró traerlo a España, en tanto que ese instante de reconocimiento en todo el mundo coincidió con la desaparición de su compañera, lo que le logró caer en una gran depresión de la que jamás se recobró. Más allá de ello, se negó a regresar, y asimismo a que el embajador de la dictadura recogiese en su nombre el diploma, puesto que su estado anímico le impedía moverse a Estocolmo. En cambio, el exilio republicano consideró el galardón como un premio a todos y cada uno de los que luchaban por la independencia de España.
Un capítulo final demanda la manipulación llevada a cabo por la jerarquía eclesiástica al adueñarse de su cuerpo embalsamado, con la cooperación de las autoridades fascistas, para dominarlo a unos rituales de los que el poeta se burló mientras que vivía.
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