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En estos días de preocupación mucho más que justificada por una pandemia mortal se oyen con frecuencia 2 cuestiones: ¿vamos a salir de esta? y ¿qué hemos aprendido para el futuro? Y sí, vamos a salir de esta, si bien varios van a quedar —o vamos a quedar— por el sendero, por el hecho de que todas y cada una de las epidemias se han superado mal que bien. Pero lo que va a suceder más adelante va a depender en muy decisión correcta de de qué manera ejerzamos nuestra independencia, si desde un "nosotros" incluyente, o desde una fragmentación de individuos donde los ideólogos juegan para hacerse con el poder. Es en este punto donde demostraremos que aprendido algo.
Por vez primera en la historia el género humano se ve confrontado con desafíos universales y debe contestar desde diferentes instancias, una de ellas, la ética, por el hecho de que es la que se encarga de los objetivos. No basta entonces, si bien son primordiales, las reglas y prácticas morales de los escenarios micro de las sociedades, es precisa, por vez primera en la historia una ética para el macronivel, que se realice cargo de los objetivos recurrentes de la raza humana: una ética cosmopolita.
Adela Cortina, catedrática de Filosofía y premio Nacional de ensayo 2015, arguye que en estos momentos de pandemia estamos en frente de una catástrofe popular y económica que necesita una ética fuerte. No solo la mano aparente del Estado, no solo la mano invisible de la economía sino más bien, y muy en especial, la mano intangible de las virtudes civiles y de un êthos democrático que nos asista a llevar a cabo en frente de esta situación inusual.
En Ética cosmopolita la autora ofrece diseñar una ética desde el sentido de la justicia, desde la indeclinable aspiración a la independencia y desde la compasión, que es el auténtico sendero del corazón humano.
Por vez primera en la historia el género humano se ve confrontado con desafíos universales y debe contestar desde diferentes instancias, una de ellas, la ética, por el hecho de que es la que se encarga de los objetivos. No basta entonces, si bien son primordiales, las reglas y prácticas morales de los escenarios micro de las sociedades, es precisa, por vez primera en la historia una ética para el macronivel, que se realice cargo de los objetivos recurrentes de la raza humana: una ética cosmopolita.
Adela Cortina, catedrática de Filosofía y premio Nacional de ensayo 2015, arguye que en estos momentos de pandemia estamos en frente de una catástrofe popular y económica que necesita una ética fuerte. No solo la mano aparente del Estado, no solo la mano invisible de la economía sino más bien, y muy en especial, la mano intangible de las virtudes civiles y de un êthos democrático que nos asista a llevar a cabo en frente de esta situación inusual.
En Ética cosmopolita la autora ofrece diseñar una ética desde el sentido de la justicia, desde la indeclinable aspiración a la independencia y desde la compasión, que es el auténtico sendero del corazón humano.
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