Engañando al sistema

Esta es mi vida. Mi nombre y los nombres de la multitud y sitios que menciono se cambiaron por fundamentos obvios, pero los accidentes y vivencias los he descrito como pasaron. O sea la vida real, no una versión edulcorada de Hollywood que precisa envolver los hechos en un ámbito familiar bonito, sin cabos sueltos.  Mi vida está llena de cabos sueltos, en verdad, varios de ellos prosiguen por ahí pululando.


Para comprender mi historia, debes comprender los principios primordiales que forman mi personalidad y que me guiaron a mi vida en el arriesgado submundo que supura corrupción, avaricia y riesgo. Siendo judío, hijo de sobrevivientes de los campos de concentración Nazis, aprendí desde pequeño que la vida es frágil y la supervivencia, arbitraria. Como jockey, he creado una actitud frente a la vida de vivir el instante, de ir mucho más allí, de reaccionar antes que absolutamente nadie pues no reaccionar puede costarte la carrera o, aun, hasta la vida.


Los jockeys son siervos en el planeta de hoy que viajan a través del país intentando encontrar carreras donde resulte posible, la mayor parte de las ocasiones, ganando miserias y prácticamente garantizando que van a ser heridos. ¿He cambiado las reglas? Sí. He roto muchas de ellas, en la mayoría de los casos por el hecho de que es de este modo como se juega a esto. Las carreras de caballos son un microcosmo en la sociedad, donde los ricos se hacen mucho más ricos y el resto de nosotros hacemos lo que sea preciso para subsistir. No te dejes mentir con eso de que todo el planeta puede ser presidente o presidente, que alguno puede ser el próximo Steve Jobs o Warren Bufé. Si bien suene tajante, eso es una patraña.


Hice lo que debía llevar a cabo para subsistir y no pediré perdón por este motivo. He popular a hombres sabios, hasta mi mejor amigo era uno, pero yo jamás fui lo bastante sabio para entender que eso no transporta a ningún lado, singularmente para alguien de fuera. Y sabía de más que sie