Defensa de la Hispanidad

Defensa de la Hispanidad

Fragmento

Los principios deben ser lo primero, pues el principio, según la Academia, es el primer momento del ser de una cosa. No va con nosotros la fórmula de «politique d'abord», salvo que se comprenda que lo primero de la política debe ser la fijación de los principios. Si bien fieles en la esencialidad de las maneras de gobierno, tampoco las escogemos a sus principios normativos. La prueba la contamos en aquel siglo XVIII, en que se nos perdió la Hispanidad. Las instituciones trataron de parecerse a las de mil seiscientos. Hasta hubo incremento en el poder de la Corona. Pero nos rigieron en la segunda mitad del siglo masones aristócratas, y lo que se planteaban los iniciados, lo que en decisión correcta lograron, era dejar sin religión a España.

La impiedad, precisamente, no entró en la Península blandiendo sus principios, sino más bien bajo la yerba y por misterios conciliábulos. A lo largo de muchas décadas prosiguieron nuestros aristócratas rezando su rosario. Comenzamos por maravillarnos del fausto y la pujanza de las naciones progresivas: de la flota y el comercio de Holanda y también Inglaterra, de las plumas y colores de Versalles.

Ramiro de Maeztu y Whitney (Vitoria, 4 de mayo de 1874-Aravaca, 29 de octubre de 1936) fue un ensayista, novelista, poeta, crítico literario y teorético político español.

Aprecio en su juventud a una cosmovisión nietzscheana y darwinista popular, perteneció a la generación del 98. Enviado en 1905 como corresponsal al Reino Unido, allí flirteó ideológicamente en primera instancia con la Sociedad Fabiana, para después, hacia 1912, aproximarse a conjuntos distributistas y al socialismo corporativo. Maeztu, que acabó migrando a situaciones retrógradas y que estuvo designado a lo largo de la dictadura de Primo de Rivera en Argentina como embajador, fue un motor del término de «hispanidad», referente para una escuela de pensamiento reaccionario en España. Militarista convencido durante su trayectoria, resaltó a lo largo de la Segunda República como la primordial figura de la sociedad cultural y de la gaceta Acción De españa, de tipo contrarrevolucionario y monárquico, que llegó a regentar. Fue diputado por Guipúzcoa a lo largo de la segunda legislatura de las Cortes republicanas, electo en las selecciones de 1933.

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