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seguramente Dios no existe, reza la propaganda en ciertos buses. No obstante, los fieles piensan que Dios no calla y que, en el momento en que desea, sabe hacerse sentir.
Eso pensaban ateos y agnósticos como Chesterton y Dostoievski, Sábato y Francis Collins, Tatiana Goricheva y C. S. Lewis, André Frossard y Edith Stein, Messori y Narciso Yepes. Hasta el momento en que pasaron de esa opinión a la seguridad de la presencia de Dios.
Ese enigmático salto no lo brindaron en la mitad de una vida simple, sino más bien en las situaciones tráficas de quienes han sufrido en sus carnes la persecución, la prisión o una guerra. Ellos mismos, escritores visibles, nos cuentan su cambio de vida y de autobús.
Eso pensaban ateos y agnósticos como Chesterton y Dostoievski, Sábato y Francis Collins, Tatiana Goricheva y C. S. Lewis, André Frossard y Edith Stein, Messori y Narciso Yepes. Hasta el momento en que pasaron de esa opinión a la seguridad de la presencia de Dios.
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