Me desconecto, luego existo: Propuestas para sobrevivir a la adicción digital (Nuevo Ensayo nº 41)

La escena donde un conjunto de jóvenes (o no tan jóvenes) quedaron a tomar unas cervezas y, abstraídos en las pantallas, con la cerviz inclinada, continúan whatsappeando cada uno de ellos por su parte, se nos hizo lamentablemente frecuente. No es una cuestión que afecte solo a unos pocos. Se nos fué de las manos. El peligro de que nuestra vida concluya fagocitada por los gadgets móviles inteligentes es verdadera. Los propios Bill Gates y Steve Jobs limitaban la tecnología que sus hijos utilizaban en el hogar. Otros, como Evan Williams, principal creador de Blogger y Twitter, les adquiría considerable suma de libros, pero se negaba a que tuviesen un iPad.

El cuchillo, como tal, no es ni bueno ni malo. Va a ser bueno su empleo si lo usamos para partir y repartir el pan, y malo si lo empleamos para apuñalar. De manera afín, la tecnología se puede diseñar para enriquecer nuestras relaciones sociales o a fin de que sean adictivas. Con su empleo y abuso, somos capaces de juntar continentes y de dividir sofás. Este libro nos ofrece, con sólidos argumentos teóricos y fáciles consejos prácticos, que hagamos un prominente en el sendero, que experimentemos una sana desconexión para subsistir al inconveniente que se nos viene encima, pues en el planeta que llega solo subsistirán quienes sepan integrar equilibradamente las gigantes virtudes que nos obsequia el planeta conectado.