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Señor VanceÂ
âšMis ojos la observaron detenidamente. La bartender temporal del bar fue traĂda a mi oficina pues vio lo que no debĂa: la habitaciĂłn de subasta de vĂrgenes. Me deleitĂ© en sus exquisitas curvas y supe que debĂa tenerla. La mala novedad era que no la volverĂa a conocer tras esa noche. Pero yo siempre y en todo momento conseguĂa lo que deseaba, siendo el dueño del Club V, y la harĂa colapsar en formas que jamĂĄs habĂa experimentado. No podĂa aguardar para tocar y relamer cada curva de su cuerpo virginal. âšâš
Samara âš
Yo aceptaba que la habitaciĂłn de subasta de vĂrgenes era solo un rumor, hasta el momento en que entrĂ© en la habitaciĂłn equivocada. TemĂa que me despidiesen, pero en el momento en que el guarda me llevĂł con el señor Vance, quedĂ© impactada. Ăl era precioso, insolente, aun engreĂdo, y no pude eliminar mis ojos de la mujer desviste a su lado, quien llevaba un collar de diamantes y tenĂa una observaciĂłn sexual y de lujuria en su cara. Ăl jugaba con ella mientras que me miraba, tentĂĄndome. Pero yo no deberĂa verlo jamĂĄs mucho mĂĄs tras esa noche. Fue de esta forma hasta el momento en que el destino lo cambiarĂa todoâŠ
âšSi las historias con hombres engreĂdos, vĂrgenes y mucha ansiedad te capturan, entonces prosigue leyendoâŠÂ
âšMis ojos la observaron detenidamente. La bartender temporal del bar fue traĂda a mi oficina pues vio lo que no debĂa: la habitaciĂłn de subasta de vĂrgenes. Me deleitĂ© en sus exquisitas curvas y supe que debĂa tenerla. La mala novedad era que no la volverĂa a conocer tras esa noche. Pero yo siempre y en todo momento conseguĂa lo que deseaba, siendo el dueño del Club V, y la harĂa colapsar en formas que jamĂĄs habĂa experimentado. No podĂa aguardar para tocar y relamer cada curva de su cuerpo virginal. âšâš
Samara âš
Yo aceptaba que la habitaciĂłn de subasta de vĂrgenes era solo un rumor, hasta el momento en que entrĂ© en la habitaciĂłn equivocada. TemĂa que me despidiesen, pero en el momento en que el guarda me llevĂł con el señor Vance, quedĂ© impactada. Ăl era precioso, insolente, aun engreĂdo, y no pude eliminar mis ojos de la mujer desviste a su lado, quien llevaba un collar de diamantes y tenĂa una observaciĂłn sexual y de lujuria en su cara. Ăl jugaba con ella mientras que me miraba, tentĂĄndome. Pero yo no deberĂa verlo jamĂĄs mucho mĂĄs tras esa noche. Fue de esta forma hasta el momento en que el destino lo cambiarĂa todoâŠ
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