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Ser viajero es reivindicar el poder orear la cabeza y el cuerpo con novedosas curiosidades, y nuevos estímulos. Es otro comprender realizar y planear, que asiste para que nos tengamos la posibilidad percatar sobre de qué forma nos cuentan las historias. Y viajar a diferentes tiempos, y a diferente edad, nos deja constatar que ciertas cosas no tienen la relevancia que le tengamos la posibilidad ofrecer, en uno u otro instante, o situación, pero que otras sí la tienen la posibilidad de tener, pues desde la distancia, y aún mucho más, si la distancia se prolonga a tiempos presentes, y pretéritos, no todo es igual, ni se ve igual.
Desplazarse en viajero, te abre a vivir otras etnias, otros hábitos, a imbuirte en distintas ocasiones en contextos distintos, y distintas. Y si se puede vivir en tantas ocasiones como lenguajes charlas, asimismo se puede ejercer como buen viajero, si se desea, y se es audaz: “audacia mucho más que precaución, atrevimiento mucho más que temor”. Comprender viajar, es un ejercicio de vida, por el hecho de que es algo tal como montar en un tiovivo, es interpretar un destino, aproximadamente ocasional, o perdurable, o un capricho, en ocasiones bello, en ocasiones no tanto, en el que se tienen la posibilidad de agrupar la química y la física de la vida en sus mezclas y, en un ámbito, en el que se entrelazan unas situaciones pasajeras por las que se puede transitar, si de esta forma se desea, para mejor digerirlo y devolverlo, como se hace con la vida misma.
Pero decir adiós a un trozo de vida, y de experiencia, cuesta bastante. Así, tras estar en un espacio, lo destacado o sea hasta próximamente, o hasta entonces, pues las ocasiones discurren como la vida, vuelven y se sobreponen, y las disponemos en cabeza, no solo en el recuerdo. Y si alguien con quien nos hemos encontrado se marcha, entendemos que el hasta próximamente no regresa, pero tampoco hay un adiós, por el hecho de que mientras que se vive, los recuerdos viven. En lo personal, disfruto volviendo a exactamente los mismos sitios, en otros tiempos, y con otros ojos. Pasa el tiempo, y nos hacemos mayores, pero rencontrarse, tiempo después, en el tal y como si fuera ayer, remoza, como las amistades de solera que aguantan el poso del tiempo y la distancia de los sitios. Y las historias de cada quien, se tienen la posibilidad de contar y versionar de muchas formas. En un caso así, y en esta obra, nuestro itinerario viajero los vamos a ordenar en tres Bloques, desde distintas perspectivas:
En el Bloque I, establecemos una doble escala de análisis para pensar en una triple escala: tres Cataratas, tres Cañones: con “sus pre y sus articulo”, por el de qué manera se forman, y después siguen, por de qué manera los dibujamos en su esplendor, si los sobrevolamos, paseamos, olemos…
Desplazarse en viajero, te abre a vivir otras etnias, otros hábitos, a imbuirte en distintas ocasiones en contextos distintos, y distintas. Y si se puede vivir en tantas ocasiones como lenguajes charlas, asimismo se puede ejercer como buen viajero, si se desea, y se es audaz: “audacia mucho más que precaución, atrevimiento mucho más que temor”. Comprender viajar, es un ejercicio de vida, por el hecho de que es algo tal como montar en un tiovivo, es interpretar un destino, aproximadamente ocasional, o perdurable, o un capricho, en ocasiones bello, en ocasiones no tanto, en el que se tienen la posibilidad de agrupar la química y la física de la vida en sus mezclas y, en un ámbito, en el que se entrelazan unas situaciones pasajeras por las que se puede transitar, si de esta forma se desea, para mejor digerirlo y devolverlo, como se hace con la vida misma.
Pero decir adiós a un trozo de vida, y de experiencia, cuesta bastante. Así, tras estar en un espacio, lo destacado o sea hasta próximamente, o hasta entonces, pues las ocasiones discurren como la vida, vuelven y se sobreponen, y las disponemos en cabeza, no solo en el recuerdo. Y si alguien con quien nos hemos encontrado se marcha, entendemos que el hasta próximamente no regresa, pero tampoco hay un adiós, por el hecho de que mientras que se vive, los recuerdos viven. En lo personal, disfruto volviendo a exactamente los mismos sitios, en otros tiempos, y con otros ojos. Pasa el tiempo, y nos hacemos mayores, pero rencontrarse, tiempo después, en el tal y como si fuera ayer, remoza, como las amistades de solera que aguantan el poso del tiempo y la distancia de los sitios. Y las historias de cada quien, se tienen la posibilidad de contar y versionar de muchas formas. En un caso así, y en esta obra, nuestro itinerario viajero los vamos a ordenar en tres Bloques, desde distintas perspectivas:
En el Bloque I, establecemos una doble escala de análisis para pensar en una triple escala: tres Cataratas, tres Cañones: con “sus pre y sus articulo”, por el de qué manera se forman, y después siguen, por de qué manera los dibujamos en su esplendor, si los sobrevolamos, paseamos, olemos…
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