Ver Smara y morir (Nan-Shan nº 85)

En la bisagra entre los siglos XIX y XX y en pleno Sáhara Occidental, un personaje legendario llamado Ma el Ainin, que se caracterizó por su oposición a la penetración europea, edificó la alcazaba de Smara con la intención de detallar un punto de acompañamiento en las sendas caravaneras. La escasa predisposición de la población nómada a sedentarizarse y la resuelta resolución de Francia y España a establecerse en el desierto logró inviable la continuidad del emprendimiento y, a la desaparición de su promotor, este quedó descuidado. Hasta 1934, instante de la ocupación eficaz por España de la región, Smara continuó en el olvido y solo fue visitada en 1913 por una columna francesa a cargo del teniente coronel Mouret, que ocasionó ciertos estropicios, si bien no la destrozó y, en 1930, por el aventurero Michel Vieuchange, con el acompañamiento, desde Marruecos, de su hermano Jean. Michel tomó notas puntuales de su viaje que, tras su fallecimiento, fueron publicadas por su hermano. En un inicio como crónicas periodísticas y después, con apariencia de libro, cuya primera edición prologó Paul Claudel. Laertes publica estas crónicas que, por vez primera, se muestran traducidas al español y enriquecidas con notas esclarecedoras por un saharaui.