La venganza del tiempo: Tiempo de oráculos

El Orden se encontraba predeterminado y las divinidades que brotaron del Caos debían sostenerlo. Los dioses Primigenios cedieron el poder a la próxima generación y Urano ocupó el trono. No obstante, el mal empleo del poder provocó que su hijo Crono, dios del tiempo, se lo arrebatara. Urano fue encerrado en el Tártaro, el infierno heleno, tras profetizar a Crono que él asimismo sería traicionado por uno de sus hijos. Para eludir que su destino se cumpliese, Crono devoraba a sus hijos en exactamente el mismo instante en el que Cibeles, su mujer, los traía al planeta. Pero la diosa no ha podido aguantar aquel tormento y al nacer Zeus, el último de sus hijos, engañó a Crono entregándole una piedra cubierta en una manta. El dios del tiempo, perdido en su disparidad, no advirtió el engaño de Cibeles y devoró la piedra. En el momento en que Zeus conoció su crónica y decidió acabar con el dominio delirante de su padre. Logró que Crono tomara una pócima que le logró despedir a sus hermanos, tal como la piedra y la manta. Los dioses encerrados en el Tártaro fueron liberados y asistieron a Zeus a vencer a Crono y los suyos, y encerrarles en el infierno. Desde aquel instante Zeus reina desde el Monte Olimpo y el Orden sostiene su equilibrio. El hallazgo fortuito de un santuario viejo en Grecia, en la isla de Hydra, va a poner en riesgo el Orden. Las puertas del Tártaro se han abierto y Crono fué liberado al lado de los dioses que le apoyaron en sus guerras precedentes. Crono debe recuperar la piedra que devoró pues esa piedra se transformó en el omphalos, el ombligo de todo el mundo, el centro de todo cuanto existe. Precisaba comprender exactamente en qué rincón de la Tierra se encontraba oculta.