Tres días de agosto (Inspector Mascarell 7): El caso más personal del inspector Mascarell

El séptimo caso del inspector Mascarell, la serie de novela policiaca de Jordi Sierra i Fabra. Miquel Mascarell tiene tres días para solucionar un secreto que se mantuvo de pie ya hace 12 años y que está relacionado con los bombardeos de 1938 en Barcelona.

Agosto de 1950. Miquel y Patro se disponen a pasar un día de playa. No obstante, todo se torcerá en el momento en que ella desaparezca y él reciba una nota muy explícita: si no soluciona en tres días un caso que dejó inconcluso en 1938, Patro va a morir. Desde este momento, a contrarreloj, en una Barcelona batida por la canícula estival, Miquel va a deber confrontar a los espectros del pasado de nuevo. La situacion que no concluyó, gracias a una intempestiva patología, y que resolvió otro inspector bastante de forma rápida ocasionando la desaparición de un inocente, se remonta a los atroces bombardeos de marzo de 1938 sobre la localidad. Bombardeos que, tras Guernica, fueron los mucho más sanguinarios y salvajes de la guerra. La bomba que logró saltar por los aires la esquina de la Enorme Vía con la calle de Balmes es el detonante para la novela. Allí apareció el cadáver de un soldado que no murió por la explosión, sino más bien ejecutado. ¿Por quién? ¿Por qué razón?

Además de esto, en medio de una investigación, descubrirá algo que va a mudarle la vida. Algo que atañe a Patro. Algo que le va a hacer sudar por algo mucho más que por el calor.

Tres días de agosto regresa a exhibirnos la obscuridad de la España de la posguerra, pero asimismo revive el mal de esos bombardeos que, en el tercer mes del año de 1938, arrasaron a la población civil marcando el sendero de su derrota. Como es ya frecuente, la recreación de la temporada es tan estricta como ahora lo fue la de 4 días de enero, Siete días de julio, Cinco días de octubre, Un par de días de mayo, Seis días de diciembre y Nueve días de abril.