Tratado del Purgatorio

Catalina de Génova fue una santa mística italiana de la que proceden estas visiones del Purgatorio agarradas en el presente libro. En este Catalina ve el purgatorio no como un factor del paisaje de las supones de la tierra (como se describía en su temporada): sino más bien es un fuego no exterior, sino más bien interior. La Santa charla del sendero de purificación del alma hacia la comunión plena con Dios, partiendo de su experiencia de profundo mal por los errores realizados, en contraste con el infinito amor de Dios. Asimismo hay un aspecto original en sus visiones con en comparación con pensamiento de la temporada. No parte, del mucho más allí para narrar los tormentos del purgatorio, como era frecuente en su tiempo y quizás asimismo el día de hoy, y después señalar el sendero para la purificación o la conversión, sino la Santa una parte de la experiencia propia interior de su historia en sendero hacia la eternidad. El alma, afirma Catalina, se muestra a Dios aún relacionada a los deseos y a la pena que derivan del pecado, y esto le torna imposible disfrutar de la visión beata de Dios. Catalina asegura que Dios es tan puro y santurrón y que el alma con las máculas del pecado no puede hallarse en presencia de la divina majestad hasta el momento en que se limpie. El alma es siendo consciente del inmenso amor y de la especial justicia de Dios y, consecuentemente, padece por no haber contestado de modo preciso y especial a ese amor, y por este motivo el cariño mismo a Dios se transforma en llama, el cariño mismo la purifica de las impurezas del pecado.