El tránsito

La salvación puede prácticamente tocarse con los dedos. Los inficionados por el virus RM-02 fueron languideciendo víctimas de la lluvia que todo lo pudre y de una dieta escas en carne humana. La resistencia logró acorralar a sus predadores. Y en el momento en que la supervivencia se antoja tangible y todos se organizan para regresar a contemplar el sol tras muy largos años de sepa, Germán se erige como el último mártir, el último cruzado contra la invasión de los inficionados. De su aventura de soledad y temor no solo es dependiente su historia y rencuentro con su mujer y sus hijos, Germán arrastra consigo la responsibilidad de ofrecer un final épico a la pesadilla digno de ser contado a las generaciones que comenzarán a vivir sin la amenaza de las dentelladas.

"El tránsito" invierte los patrones de las historias de zombis y se sirve de un ámbito devastado para examinar las considerables cuestiones del humano en este relato sobre la soledad y la dignidad de un hombre aterrado que se encara a su final.

Leyendo las páginas de "El tránsito", uno está en un ámbito familiar que, al mismo tiempo, resulta de enorme manera reciente. Los semblantes que suponemos admitir en la distancia, se detallan completamente extraños al arrimarse a nosotros. (Eugenio M. Olivares Merino)