La Sombra del Soldado

1798, la Campaña Napoleónica en Egipto dió comienzo. Dentro de entre los barcos de la vigorosa flota francesa, está Marius Poucel, un joven dragón rebosante de sueños de excelencia, hazañas militares y de un poderoso estirpe de guerreros y nautas a sus espaldas.
Considerablemente más que una novela de aventuras, La sombra del soldado es un fresco de los andares del mito napoleónico por África, Medio Oriente y la India, adentrado en las supones de la valentía de un joven soldado de la caballería gala, Marius Poucel, que a los 17 años zarpa en el buque de guerra Fleur de Mer hacia Egipto.
A lo largo de la travesía, Marius atrapa el interés del joven corso Napoleón Bonaparte quien lo llama a ser parte de su cuerpo de edecanes. El general Alexander Dumas era el jefe de la caballería del ejército napoleónico, quien se transforma en guía de Marius.
Los en general Bonaparte y Dumas le encomiendan al joven capitán de cazadores Poucel llevar al coronel Proude al reino de Mysore, a fin de asesorar al sultán Tipu en su guerra contra los británicos. El capitán Poucel conduce al coronel Proude con su unidad de cazadores hasta el reino de Mysore, siguiendo las sendas romanas, de la seda y de las especies.
Los tres ejércitos contrincantes del sultán Tipu, el de la Compañía Británica de las Indias Orientales, el de la corona británica, y el regimiento del Nissan de Haiderabad cubren, atacan y atrapan la ciudad más importante de Mysore. El capitán Poucel y los soldados franceses, pelean contra el ataque británico, realizando poca mella en las fuerzas contrincantes. El sultán muere y el capitán Poucel dificultosamente herido deja la localidad con el apoyo de los frailes benjamitas (una secta judeocristiana) y la princesa amazona Manikarnika de Jhanis, quienes lo llevan a la localidad de Yeshua en las montañas de Nashik.
Bonaparte se encontraba listo para salir de Egipto. Sus proyectos habían fracasado, únicamente había conquistado Egipto, faltándole Siria y la puerta otomana. Su aliado en Mysore había sido derrotado por las fuerzas británicas. En París se se encontraba rumorando que Napoleón Bonaparte había fracasado, que había sido derrotado en Egipto. Todo eso cambió solamente llega a Francia, donde días antes los franceses se habían enterado de su victoria sobre la fuerza invasora turca en Abukir. Con lo que su maquinaria de publicidad lo transformó de derrotado a ganador, ganándose el aprecio habitual, siendo recibido adónde desee que fuera como héroe.