El bulo sobre el Complot de Tablada (Sevilla, 1931) (Andalucía)

Se charla de «complot» pues de esta forma fue nombrado, aireado y admitida entonces su vida. Entendemos de los hechos de Tablada esencialmente por la prensa y la obra de Blas Infante redactada en unos pocos 40 días. El notario comienza su redacción un día siguiente de la sesión parlamentaria donde se aborda por primera vez los hechos, con ocasión de la ratificación de las actas electorales y la proclamación de los aspirantes. Presumiblemente, lo efectúa muy indignado. Todo señala que fortalece la parquedad de las expresiones usadas por el diputado Ramón Franco en su contestación a las 4 intervenciones que ratifican la versión oficial del Gobierno. Pero precisábamos entender mucho más para desentrañar un bulo estereotipado por recurrente el que, superando el recinto militar, tienen una aguda y razonable interpretación poliédrica.

La hipótesis que lleva a cabo el creador es la viable vida de un complot en sentido opuesto al contemplado comúnmente, un pulso impulsado desde campos pro monárquicos y anti Ramón Franco, en el ámbito militar aéreo y como puja de poder entre integrantes del ejecutivo provisional, tal como de la coalición republicano socialista que lo sosten. Una venganza profesional en el campo castrense al cambio de régimen y frente al máximo responsable del arma de aviación. Un abierto desaire, aun sensato por pacífico, a la República que nace. Un desprecio a la identidad y al autogobierno político de Andalucía. Un miedo a una España federal. Una incomodidad desde la coalición republicano-socialista frente a la incógnita por los desenlaces de las constituyentes. Al fin y al cabo, una restricción a las opciones de cambio popular, económico y político del nuevo régimen tricolor. Una transición mucho más que una separación.