Sin Perdón y sin Amén

A lo largo del avance de una día cinegética, el día del Pilar del año 77 entre Martín y su padre Miguel, este último le desveló, entre lágrimas, el misterio que oculta un almendro bajo sus raíces y que le tortura a él como a su madre desde hace unos años. Ese rincón esconde de la luz los restos de su padre, ejecutado en 1936.
Desde ese momento, Martín, junto con el apoyo de Armando, un sacerdote inconformista, tratará de entender todo sobre la vida de sus abuelos en esos años convulsos y silenciados, y más que nada saber exactamente en qué condiciones y de qué manera murió su abuelo, de nombre igual que el de el.
Pero los hechos que rodearon la desaparición de Martín, tal como la vida de su mujer, Rosa y sus 2 hijos Miguel y Independencia, en todo el tiempo que estuvo su cuerpo bajo la protección del almendro, hacen que esta historia, tan común en varios sitios de España a lo largo de esos lúgubres años, deje de ser un mero asesinato mucho más, para transformarse en una historia diferente y novedosa, ya que el destino es antojadizo y juega con las vidas de la gente como fichas en un tablero ajedrez. La trama se lleva a cabo entre sorpresa y sorpresa hasta exactamente el mismo día del sepelio en el cementerio de Ausejo.
En 1985, Beatriz, una novel periodista madrileña es la responsable de contemplar la novedad de la exhumación del cadáver, prácticamente cincuenta años tras el delito que quedó impune al abrigo del Glorioso Movimiento Nacional. De mala gana cumplirá con su cometido hasta el momento en que revela la relevancia de los pequeños datos en el devenir de cada sujeto.
El cúmulo de sentimientos tan dispares que brotan durante la novela por medio de sus individuos, hacen de este relato una alegoría a la vida misma y sus propósitos.