Simbolismo y bohemia (Historia del pensamiento y la cultura nº 44)

El lugar del Segundo Imperio y la rehabilitación urbanística de París encajan con la caída del Romanticismo y con la aparición de elecciones a este. Baudelaire es la figura indiscutible de esta temporada de crisis. El vértigo de la metrópolis, el nacimiento de la bohemia, la iniciativa de la modernidad, la descripción del tedio y la atracción del mal son varios de los temas que podemos encontrar en sus proyectos. Carta magna de la literatura «maldita», Las flores del mal representó la apertura de una exclusiva vía poética que habrán de recorrer Verlaine, Rimbaud y Mallarmé.
Se intentó de salvar aquí la obra de Baudelaire de las interpretaciones filosóficas y hasta teológicas que desde Sartre hasta este día han malinterpretado su significación, para devolverle su pulso poético y realizar ver que el simbolismo almacena relación con una mística sensualista, con un hipersensualismo desde el que el poeta se siente mucho más entusiasmado por argumentar con la magia del lenguaje las relaciones enigmáticas entre distintos órdenes de percepción que por el desciframiento místico de los símbolos de la naturaleza. Los símbolos poéticos serían redes de armonías, cadenas de alegorías y tramas de correspondencias que dejan entrever en distintos planos la unidad escencial y básica de la presencia.