Sexo con alma y cuerpo

Indudablemente abres este libro con la sana intención de hallar contestación a proporción de cuestiones que te intranquilizan, cuestiones que tú tienes y que quizá varios de los jóvenes con los que tratas frecuentemente ni se sugieren, pues en teoría son cuestiones resueltas, cosas obvias para un joven del siglo XXI. Tú tienes la fortuna o “la desgracia” de haber crecido o descubierto un ámbito católico en el que has popular que esa Iglesia ridiculizada en los medios es un espacio abierto, en el que se dan amistades sanas, vive gente habitual, corriente, entretenida, con virtudes y defectos como todos. Gente de el día de hoy, sin antenas verdes ni alas blancas, que viste, charla, se comporta y siente habitual y que no obstante prosigue suponiendo en todo ese género de cosas consideradas frecuentemente como propias de tiempos recónditos. La cuestión es que tienes cuestiones y te planteas: ¿es viable aguardar hasta el matrimonio para tener una relación íntima? ¿El día de hoy se puede proteger algo de esta manera? ¿Se puede ofrecer y vivir algo tan extraño, tan bien difícil de efectuar? ¿Qué sentido tiene? ¿Por qué razón la Iglesia es tan testaruda? ¿No se dan cuenta los sacerdotes y el Papa de que se quedaron solos? ¿De que el planeta, la tele, los intelectuales, Hollywood y hasta mi bisabuela se ríe de ellos y no les hace ni caso?