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Tras el quinto sorbo al Kas me entraron ganas de orinar y bendita la enana vejiga de un niño. De sendero a los lavatorios, con la cremallera del inocente pantalón corto todavía abierta, apareció la imagen. Destellos de luz dorada y cantos angelicales alumbraron el pasillo y el juego de plataformas de mi vida mostró el primer logro desbloqueado en medio de la pantalla. Entre bidones de cerveza y una pila de listines telefónicos desfasados, brotó un póster del Oviedo de la temporada 1987-88. La del último ascenso a Primera división. Ahí empezó todo.
EXTRACTO
Aquí queda dicho en honor a la realidad: debo ser el único periodista deportivo que no fue al fútbol de niño con su padre. Pero que ningún parabólico se asuste y llame a los servicios sociales. Si Alfredo Relaño ha abierto un crowdfunding para equipararme de manera retroactiva a los privilegiados pequeños del Boxing Day, que lo cierre inmediatamente. Deseo dejar clara una cosa: mis progenitores fueron estupendos. Tuve una niñez felicísima donde no me faltó de nada y fue solo merced a ellos. El borrón del fútbol esta ahí, pero jamás lograron realizar bastante por solventarlo. Alfonso era cocinero y Ana camarera de pisos en un hotel. Esa combinación de cuadrantes laborales transformó en un bien poco los instantes en familia. Las prácticas de los hosteleros españoles, siempre y en todo momento tan próximas a la tiranía, pesaron mucho más. Fueron los dobles turnos y el pluriempleo, y no otra cosa, los que retrasaron mi ingreso en la grada. Quisiera que Robinson, en el momento en que me dedique uno de esos documentales lacrimógenos que bien podría llevar por título El futbolero autodidacta, lo tenga presente. He rodado ese programa mil ocasiones en mi cabeza. Conozco de memoria su banda sonora y sus grises texturas ambientales. Sé que emplearán planos de recurso de Oviedo bajo el orbayu y que los títulos de crédito aparecerán calzados con distinción sobre las gotas de lluvia.
SOBRE EL AUTOR
Sergio Cortina (Oviedo, 1980). El trabajo, dignifica, en Globomedia y Yahoo! Canterano de Diarios de Fútbol. Entre Uschi Digard y Kim Shattuck. Entre Night boat to Cairo y Todos y cada uno de los ahorcados mueren empalmados. Perder la virginidad sobre el césped del Luigi Ferraris. Ingenuo, bocazas y yugoslavo, por la parte de Joka. Un bajo que coge polvo en la esquina del dormitorio, al lado de los pañales. Enemigo de la melancolia. «¿Viste en algún momento una foto tuya de en el momento en que eras niño? A mi juicio, esas fotografías o te ponen contento o te dejan mucho más triste que jamás», ha dicho Hornby. Para qué exactamente ponerse a rebatir.
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Aquí queda dicho en honor a la realidad: debo ser el único periodista deportivo que no fue al fútbol de niño con su padre. Pero que ningún parabólico se asuste y llame a los servicios sociales. Si Alfredo Relaño ha abierto un crowdfunding para equipararme de manera retroactiva a los privilegiados pequeños del Boxing Day, que lo cierre inmediatamente. Deseo dejar clara una cosa: mis progenitores fueron estupendos. Tuve una niñez felicísima donde no me faltó de nada y fue solo merced a ellos. El borrón del fútbol esta ahí, pero jamás lograron realizar bastante por solventarlo. Alfonso era cocinero y Ana camarera de pisos en un hotel. Esa combinación de cuadrantes laborales transformó en un bien poco los instantes en familia. Las prácticas de los hosteleros españoles, siempre y en todo momento tan próximas a la tiranía, pesaron mucho más. Fueron los dobles turnos y el pluriempleo, y no otra cosa, los que retrasaron mi ingreso en la grada. Quisiera que Robinson, en el momento en que me dedique uno de esos documentales lacrimógenos que bien podría llevar por título El futbolero autodidacta, lo tenga presente. He rodado ese programa mil ocasiones en mi cabeza. Conozco de memoria su banda sonora y sus grises texturas ambientales. Sé que emplearán planos de recurso de Oviedo bajo el orbayu y que los títulos de crédito aparecerán calzados con distinción sobre las gotas de lluvia.
SOBRE EL AUTOR
Sergio Cortina (Oviedo, 1980). El trabajo, dignifica, en Globomedia y Yahoo! Canterano de Diarios de Fútbol. Entre Uschi Digard y Kim Shattuck. Entre Night boat to Cairo y Todos y cada uno de los ahorcados mueren empalmados. Perder la virginidad sobre el césped del Luigi Ferraris. Ingenuo, bocazas y yugoslavo, por la parte de Joka. Un bajo que coge polvo en la esquina del dormitorio, al lado de los pañales. Enemigo de la melancolia. «¿Viste en algún momento una foto tuya de en el momento en que eras niño? A mi juicio, esas fotografías o te ponen contento o te dejan mucho más triste que jamás», ha dicho Hornby. Para qué exactamente ponerse a rebatir.
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