Restos mortales (Biblioteca Formentor)

El eficaz comisario Brunetti precisa unas vacaciones. De esta manera se lo ha sugerido su doctora y asimismo reitera que ello su mujer Paola, que al final persuade a su marido a fin de que se vaya una temporada a una casa familiar en San Erasmo, la isla mucho más grande de la laguna veneciana. El comisario tiene planeado pasar algunas semanas prácticamente en medio de una soledad, leyendo libros y realizando el género de trabajo manual que le asista a sostener la cabeza distanciada de la oficina. Una vez allí, Brunetti entabla amistad con Davide Casati, el hombre solicitado de proteger la vivienda, un tipo duro y peculiar al que solo semeja haber una cosa que le preocupa desde la desaparición de su mujer: el precaución de sus abejas, que enigmáticamente desaparecen gracias a algún extraño fenómeno que perjudica a toda la región. En el momento en que Casati, que conoce todas las islas al milímetro y es un especialista navegante, hace aparición ahogado en las aguas de la laguna, Brunetti va a poner a su equipo a solucionar un tema que supone a una destacada empresa dedicada al manejo de restos tóxicos y que podría poner en riesgo la estabilidad natural del ecosistema.