Respira, papá

Tengo 40 y ocho años y en el momento en que comenzó todo en el mes de marzo llevaba una vida habitual, pero en diez días todo cambió. El COVID vino para matarme a golpes a lo largo de semanas y por tres ocasiones debí entrar de emergencias en un Hospital Madrileño, en el momento en que el sistema rozaba el colapso y en el momento en que 4 de cada diez de los ingresados moría.

Pero ellas me salvaron.

Desde mi cama de Hospital, desde el otro lado de las trincheras, empecé a redactar mis cuentos en el períodico Antes de Cristoy a imaginar la oportunidad de que cualquier día tomaran sentido como una parte de algo similar a un libro.

El día de hoy soy un favorecido. Puedo contar la experiencia de un covid duro que me dejó cicatrices en el alma y me hizo luchar a lo largo de meses para recobrar cada palmo de mi vida.

Este es mi relato sin más ni más, mi testimonio. No hay moralejas ni consejos, ni el intento de contar de qué forma se puede elaborar uno para vivir algo de esta forma, pues simplemente no hay preparación.