Prohibido enamorarse de Adam Walker

En el momento en que pienso en Adam Walker, pienso en estas tres cosas: ardiente, imbécil y arriesgado.
Digo ardiente pues es imposible denegar lo completamente atrayente que es: pelo negro, ojos verdes y —como en toda historia que incluye a un chaval malo— tatuajes que cubren múltiples zonas de su cuerpo.
Es arriesgado por el hecho de que tiene bastantes misterios que no se atreve a contarle ni a su sombra. Misterios que acaban machacando todo a su paso.
Y imbécil —enserio tonto— pues escogió estar con mi prima Marie.
¿Quién en su juicio se fijaría en un individuo como ella? Es la personificación de todo cuanto está mal en el planeta: es egocéntrica, de voz chillona y siempre y en todo momento desea ser el centro de atención.
Terminantemente, no tengo causas para enamorarme de él. Adam no es lo que deseo en un chaval, pero, aun sabiendo todo cuanto sé de él y de su desequilibrado relación con mi prima, se me vuelve imposible no evaluar de la fruta prohibida y caer en la tentación.
Él va a ser mi ruina, y próximamente sabrás por qué razón.