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"Por el sendero de Swann " es el primer libro de la famosa obra de Marcel Proust "En busca del tiempo perdido ". Para bastantes historiadores, "En busca del tiempo perdido" no solo es una obra cima de las letras francesas del siglo XX, sino más bien asimismo entre las mucho más enormes producciones literarias de todas y cada una de las temporadas, donde la trasposición en el relato de la vida de Marcel Proust, tal como de individuos y entornos sociales de su tiempo, se pone al servicio de un propósito radicalmente revolucionario del género novelístico.
"Por el sendero de Swann", cuya primera edición en 1913 fue sufragada por nuestro Proust frente al desinterés de los editores, pasó inadvertida.
Esta primera distribución se abre con el pasaje mucho más célebre de los que escribió Marcel Proust. La evocación de la niñez del narrador en Combray le deja recuperar una sucesión de individuos que llenaron sus primeros años de vida, tal como asimismo el sitio donde transcurrió dicho periodo. Próximamente cobran nitidez en la evocación del narrador los paseos rutinarios de niño: el sendero de Méséglise, que le retrotrae, por su parte, al recuerdo de los individuos que lo poblaban, como Swann, su hija Gilberta y el músico Vinteuil, y el sendero de los Guermantes, que conduce hasta un espacio habitado por unos aristócratas cuyas vidas son muchos irreales para el saber de todo el mundo que tenía aquel niño. Recuerda la relación cariñosa entre Swann y su futura mujer, Odette de Crécy. La mala reputación que disfruta esta entre la alta sociedad, lo ordena a frecuentar otros entornos, como la vivienda de los Verdurin, unos nuevos ricos que encarnan los anhelos de ascenso popular. En la última parte, el narrador ahora se recuerda a sí mismo como ese joven angustiado por su pasión cariñosa hacia Gilberta, la hija de Swann.
"Por el Sendero de Swann" es el primer volumen de la serie que completan, por este orden, "A la sombra de las muchachas en flor", "El planeta de Guermantes", "Sodoma y Gomorra", "La presa", "La fugitiva" y "El tiempo recobrado".
"Por el sendero de Swann", cuya primera edición en 1913 fue sufragada por nuestro Proust frente al desinterés de los editores, pasó inadvertida.
Esta primera distribución se abre con el pasaje mucho más célebre de los que escribió Marcel Proust. La evocación de la niñez del narrador en Combray le deja recuperar una sucesión de individuos que llenaron sus primeros años de vida, tal como asimismo el sitio donde transcurrió dicho periodo. Próximamente cobran nitidez en la evocación del narrador los paseos rutinarios de niño: el sendero de Méséglise, que le retrotrae, por su parte, al recuerdo de los individuos que lo poblaban, como Swann, su hija Gilberta y el músico Vinteuil, y el sendero de los Guermantes, que conduce hasta un espacio habitado por unos aristócratas cuyas vidas son muchos irreales para el saber de todo el mundo que tenía aquel niño. Recuerda la relación cariñosa entre Swann y su futura mujer, Odette de Crécy. La mala reputación que disfruta esta entre la alta sociedad, lo ordena a frecuentar otros entornos, como la vivienda de los Verdurin, unos nuevos ricos que encarnan los anhelos de ascenso popular. En la última parte, el narrador ahora se recuerda a sí mismo como ese joven angustiado por su pasión cariñosa hacia Gilberta, la hija de Swann.
"Por el Sendero de Swann" es el primer volumen de la serie que completan, por este orden, "A la sombra de las muchachas en flor", "El planeta de Guermantes", "Sodoma y Gomorra", "La presa", "La fugitiva" y "El tiempo recobrado".
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