La pieza que me faltaba

Amalia siempre y en todo momento hacía sacrificios gigantes para alcanzarme, mientras que chillaba: «Carlos, Carlos, deja de correr de esta manera, te marchas a manchar el vestido». Por el momento no tengo por nombre Carlos. Dejé de llevarlo a cabo. Me bauticé como Karol. «Karol, Karol, deja de correr de este modo, vas a manchar tu vestido». Es así como me agrada rememorar aquella escena.

En el momento en que Karol nació fue entregada a un incipiente orfanato para pequeñas. Le han recibido planeado que lo era para entonces darse cuenta que de todos modos era un niño, o por lo menos eso interpretaron por sus genitales.

Siendo adoptada sus papás procuraron criarle como niño, apagando su alegría. Procuraron asistencia para comprenderla y comprender qué llevar a cabo, de este modo fue admitida y criada como pequeña, con una sobreprotección a fin de que ni la familia descubriera su misterio.

Violación, transfeminicidios, muerte, exhibición pública… En 18 años Karol encara ocasiones fuertes por el mero hecho de ser diferente, mientras que pelea por conseguir las piezas que le faltan para acabar de cuadrar como persona y como mujer.