El culto pedagógico. Crítica del populismo educativo (Pedagogía nº 1)

Desde los años noventa cuando menos, la enseñanza en España viene sufriendo la progresiva incorporación de unos principios ideológicos que, disfrazados de pedagogía, han marcado las diferentes legislaciones. Tal modelo o pensamiento pedagógico ha arrebatado la autoridad al instructor para entregársela a los departamentos de orientación.

De esa forma se ha empobrecido –en el momento en que no vaciado– el contenido científico, académico, técnico y también intelectual de la educación. En su rincón, la subjetividad sentimental y sensible, los espejismos de la alegría y de la independencia espontánea del niño (del buen infante, un mito que arraiga en aquel otro del buen salvaje), amén de un infantilismo creciente, han ocupado el centro de las funcionalidades de los instructores, inferiores a la psicopedagogía y reducidos al cometido de contener y divertir a bolsas de sujetos en edad prelaboral en sepa de los progenitores o tutores legales.

Dada esta situación, una teoría crítica de la enseñanza puede contribuir no solo a aclarar el inconveniente, sino más bien a pertrecharnos para enseñar guerra frente a los mitos y las trampas del lenguaje a la tendencia en el cosmos educativo, donde triunfa de modo transversal un populismo pedagógico que torna la enseñanza en espectáculo y es cómplice de políticas que condenan a los mucho más desfavorecidos a la pobreza intelectual y académica bajo oratorias pseudoizquierdistas de igualitarismo formal y felicidad ruin.