Cox o el paso del tiempo (Panorama de Narrativas nº 1002)

En la época del siglo XVIII, Alister Cox, el mucho más respetado relojero y constructor de robots de Europa, llega a las costas de China tras una extendida y accidentada travesía. Partió de Londres meses atrás, invitado por el todopoderoso emperador Quiánlóng, que quiere que le confeccione unos relojes muy particulares.

Cox, adjuntado con sus asistentes, se alberga en la impresionante Localidad Prohibida, y comienza a crear mecanismos capaces de apresar el sinuoso y dinámico ritmo del tiempo, de medir su transcurso como lo perciben los pequeños, los enamorados, los enfermos o los condenados a muerte… Pero mientras que el artesano da forma a sus exactas maquinarias, comienza a percatarse de que no todo es hermosura y sofisticación en el ambiente en el que continúa prácticamente preso. Siente el temor que se respira en la corte, donde una palabra o un ademán fuera de sitio tienen la posibilidad de costarle a uno la vida, es testigo de castigos brutales, y su situación privilegiada lo transforma en blanco de envidias y también intrigas palaciegas.

Y mientras que se encara a los recuerdos lacerantes de la catástrofe familiar que dejó en Inglaterra y se ve arrastrado por el antojadizo accionar del emperador, Cox inicia la construcción de su pieza maestra, un perpetuum mobile, un reloj con la capacidad de medir la eternidad…

Redactada con la frágil precisión de un miniaturista, esta refinada novela, en la estela de Seda de Baricco, nos charla de la fascinación por Oriente, del amor y los espectros del pasado que jamás dejan de perseguirnos, de los excesos del poder absoluto, de la búsqueda de la hermosura y la perfección, del vano intento de controlar el tiempo que se nos escurre entre los dedos… El resultado es un artículo deslumbrante, sensual y majestuoso, de una exquisitez arrebatadora.