Opus Gelber: Retrato de un pianista (Narrativas hispánicas nº 623)

El argentino Bruno Gelber se encuentra dentro de los cien mejores pianistas del siglo XX. Se inició en el instrumento a los tres años, y su vocación fue tan fuerte que a los siete, en el momento en que contrajo polio, les solicitó a sus progenitores que encajaran el piano en cama, donde continuó postrado en el transcurso de un año, para lograr estudiar. La patología le dejó una parálisis persistente en la pierna izquierda, pero eso no impidió que a los diecinueve se marchara a París y comenzara a estudiar con de las mejores maestras de aquel tiempo, que decretó: «Usted va a ser mi último alumno, pero el más destacable.» Poco después, Gelber comenzaba a relucir en los más destacados niveles de Europa, donde los críticos charlaban de él como de «un milagro». Vivió veinticinco años en París y veintitrés en Mónaco, tocando con las mejores orquestas y directivos de todo el mundo, codeándose con reyes, príncipes y emperadores. En 2013 regresó a Buenos Aires, donde habita un departamento adornado de forma escenográfica en un edificio monumental situado en el habitual vecindario de Once. Allí fue a entrevistarlo, en 2017, la periodista argentina Leila Guerriero. Halló a un hombre complejo y impresionante, de una fortaleza impactante, con enorme sabiduría y sentido del humor, entregado al piano pero asimismo entusiasmado en los programas del corazón y la vida de los artistas, enamorado desde la niñez de la actriz argentina Laura Noble (cuyos retratos están organizados por toda la vivienda), intensamente preocupado por la estética y las reglas del protocolo, que conoce con perfección.

Guerriero dibuja el presente de Gelber: las visitas de directivos de orquesta, músicos y embajadores