La odisea de Shenmue

Quince años tras su estreno europeo, Shenmue se prosigue levantando entre la multitud como una obra tan ovacionada como ignorada por el público contemporáneo. Quienes conocen las aventuras de Ryo Hazuki, lo hacen de corazón. Sin embargo, para ser entre los juegos para videoconsolas mucho más predominantes del siglo XXI, hay un enorme desconocimiento sobre los auténticos porqués de muchos encomios por la parte de crítica y fanes de la Dreamcast de Sega.

No es sencillo argumentar en resumen qué tiene de particular Shenmue, pero es de esa clase de juegos para videoconsolas que, en el momento en que los pruebas, sientes una empatía instantánea con los cientos de seguidores que a lo largo de mucho más de una década han aguardado la continuación de la saga.

La Odisea de Shenmue es tanto un obsequio a los fanes por su sin limites paciencia, sin la que Shenmue III no sería viable, como un justo reconocimiento crítico a entre los mayores logros en construcción de mundos virtuales llenos de vida, historias, conmuevas y individuos memorables.