El ocaso de Perón (Obras de Esteban Peicovich-Prensa nº 2)

...el periodismo me llevó a saber en persona a Perón y asimismo por trabajo fue que a su muerte, 1974, siendo corresponsal en La capital de españa, me inquietase entender qué datos, qué misterios rodearon el último tramo de su historia. Más allá de que ella acabó en Buenos Aires, quedaban en España tramos no explorados de su quehacer personal. Ojos, bocas, memorias, papeles, contenían una información privada que pudiese quizás ser útil al resumen final del personaje. Liberado de etiquetas políticas (inocente, que no ingenuo), abordé este trabajo como continuidad de aquel Hola, Perón que, en 1965, fue el primero en registrar su historia en el destierro. En este momento, serían el testimonio de sus allegados y ciertos documentos privados mi puente con Perón. O, al menos, con parte de él: la que entrevieron y guardaron otros. El fruto de esas indagaciones se publicó en España en 1975 bajo el título El último Perón. La manera y la composición de esta obra la dictó la verdad. Un largo trabajo en el que la fortuna, por una parte, y la seguridad, por el otro, cumplieron su parte. Mucho más cariños a la oración “la política es el arte de lo viable” que a la definición “la política es el arte de lograr que la multitud viva bien”, la mayor parte de los dueños del poder tienden a la impostura de admitir que la pelea política es mucho más eficaz si se la ejerce sin luz, entre biombos, que “a cielo abierto”, o sea, a pueblo abierto. En esta comedia histórica entendida como caja china, lo usual es amontonar misterios públicos dejando a la ciudadanía el papel de espectador o adivinador. Si bien cada vez menos. Es posible que tras la apocalíptica niebla del cambio de temporada en el que vivimos, llegue un tiempo en el que absolutamente nadie “crucifique a Cristo o envenene a Sócrates”, que de eso, en definitiva, trata la justa ilusión del abelismo humano. El ocaso de Perón salva el día de hoy, 2007, esos 2 trabajos que procuraron a su modo abrir un tanto mucho más una ventana que ayudara a comprendernos....

Esteban Peicovich