NOS ROBARON EL PAÍS: VENEZUELA

NOS ROBARON EL PAÍS, es la expresión de un lamento común, de una profunda melancolía frente al rapto de una nación: Venezuela. Alex Ocando, personaje principal de esta historia, llena de significados personales una oración que se transforma en una acusación, o aun en una sentencia ciudadana. Alex fue un prominente ejecutivo, y cofundador de medios televisivos, que ya están hasta la primera década del milenio, antes de ser condenados a la extinción. Él nos hace un relato testimonial, con un lenguaje simple, próximo a nuestra idiosincrasia, lleno de humor y de referentes históricos, pero asimismo empapado de dureza frente a lo que ha vivido. Fue un hombre que no se sometió al poder, ni en el campo político ni privado, sino mucho más bien ejercitó un enorme poder constructor para realizar del medio televisivo una fuente de diversión, y primordialmente una defensa de la independencia de expresión, de la crítica fundamentada, y del resguardo de valores. Alex vivió su historia empresarial en una caldera. Con el pasar de los años, su naturaleza no le dejó subsistir a los hervideros de la corrupción y también intereses ocultos. Se resistió al acatamiento que le deseó imponer la mano dura de una supremacía.
Carlos Ochoa, tachirense, creador de esta novela autobiográfica, no escribió un libro sobre la política del país, ni sobre los abusos de un régimen, sino más bien sobre su historia, si bien entendemos que un testimonio se puede transformar en una demanda. Carlos Ochoa, “venezolano de pura cepa”, escribió para su nieto, y la generación venidera, que indudablemente van a nacer en tierras extranjeras. Deseó dejarles su referencia de país, el que palpó, el que gozó, y del que entonces se sintió expulsado, aun bastante antes de la diáspora. El país al que entregó su capacidad productivo, su juventud, con fallos y aciertos. Lo escribió desde su retiro, para sus hijos, y asimismo para los coterráneos de una patria conformada por sobrevivientes y también inmigrantes. Aun lo escribió para esos que no son de venezuela, pero que exactamente la misma él, solo aspiran algo de justicia y humanidad en sus días.
Nos hurtaron el país, es un sentimiento desgarrador frente a la destrucción beligerante “de un amor lejano” que varios compartimos: Venezuela. La Kore sudamericana, para la que queremos ansiosamente una transformación proserpina, tras padecer a la merced de sus fallos, nuestros fallos, por idealismos vanos y delirios.
Carmen Elena Ochoa
Agosto 2020