Sobre la naturaleza de los dioses (Biblioteca Clásica Gredos nº 269)

De naturaleza deorum muestra los argumentos teológicos de las tres enormes academias filosóficas del tiempo de Cicerón: epicúrea, estoica y académica incrédula. El creador se inclina por la doctrina estoica de una providencia divina universal.
Marco Tulio Cicerón escribió hacia el desenlace de su historia, entre el 45 y el 44 a.C., una docena extendida de tratados de contenido filosófico. Con esta actividad, que le intentó alivio en una temporada de enorme angustia personal, efectuó un propósito albergado a lo largo de largo tiempo: hacer un corpus filosófico riguroso en latín dotado de calidad literaria, según su ideal de conjuntar sapientia y eloquentia, ya que pensaba que la pragmática sociedad romana precisaba pulimentar un poco su espíritu con determinada dosis de reflexión sistemática. La labor era dura, ya que el latín carecía de una tradición literaria filosófica y era todavía rudo para la expresión de contenidos abstractos.
Sobre la naturaleza de los dioses (De naturaleza deorum) pertenece a este conjunto de tratados (como Disputaciones tusculanas y Sobre la adivinación, asimismo publicadas en Biblioteca Tradicional Gredos). Adjuntado con esta última y con De fato forma la llamada "teología" de Cicerón. En ella compone el creador una pequeña enciclopedia del pensamiento filosófico y espiritual de la Antigüedad, pero no con la asepsia del mero anticuario, sino más bien como estudioso vivamente entusiasmado en la materia y en su proyección popular y política, en una temporada en que los romanos ahora experimentaban desapego y también indiferencia hacia la religión clásico que tanta fuerza había conferido al Estado. La obra se ubica en Roma hacia el 76 a.C. y radica en la sucesión de 4 monólogos extensos –de un epicúreo, un estoico y un académico escéptico, este por un par de veces–, donde se pasa gaceta, con determinado talante polémico, a las distintas concepciones sobre lo divino y su relación con lo humano, desde la visión de las diferentes academias filosóficas. Cicerón se pronuncia en lo personal, en el final de la obra, en pos de las proposición estoicas sobre una providencia divina que funciona el devenir, de un cosmos reconocido con la divinidad.