La muerte de Cristo: Meditaciones sobre la Semana Santa (Bolsillo nº 93)

«Sí, Jesús está muerto, ha "descendido" a la hondura enigmática a la que la desaparición nos conduce. Ha marchado hacia la soledad mucho más extrema, donde absolutamente nadie nos puede acompañar. De hecho, "estar fallecido" comporta frente todo la pérdida de la comunicación, una soledad donde el cariño por el momento no puede seguir. En ese sentido, Cristo fue "al infierno", cuya esencia es precisamente la privación del amor, la separación de Dios y de los hombres. Pero allí donde llega Él, el "infierno" ya no es infierno, ya que él mismo es la vida y el cariño, ya que él es el puente que une al hombre y a Dios y, por esta razón, asimismo a los hombres entre ellos. De esta forma, el descenso es al tiempo asimismo transformación: por el momento no existe la última soledad».