La mucama de Omicunlé (Largo Recorrido nº 82)

Esta aplastante novela, que piensa la consagración de Rita Indiana como narradora, tiene tantas capas de lectura y muchos giros sorprendentes que rehúye toda síntesis, todo encorsetamiento. Es mucho más, solo cabe una convidación entusiasta a la lectura por la parte de los editores.

Si bien para los que prefieran ciertas claves, hete aquí un comprendio: la historia comienza en el apartamento de la santera y asesora del Presidente dominicano Esther Escudero, llamada asimismo Omicunlé desde el instante en que, en un rito afrocubano, se transformase en servidora de la diosa del mar Yemayá. Su joven mucama, Alcide Figueroa, a la que Esther ha separado de la prostitución merced a la colaboración de otro personaje primordial, Eric Vitier, está a puntito de vivir una historia de pasados, presentes y futuros vertiginosa y, por instantes, supuestamente irrealizable alén del relato. Las deidades afroantillanas que habitan el mar Caribe, la música clásico y la música electrónica, el sexo en sus formas (aun el cambio de sexo), los bucaneros del siglo XVII o los grabados de Goya son otros de los cimientos sobre los que se alza este artículo lleno de intrigas y deseos, lleno de aristas y de falsas certidumbres. Lleno asimismo de tramas y subtramas