La mitad oscura

Stephen King llama la atención y atierra de nuevo al lector con su magistral don para destapar y exhibir la mitad mucho más obscura del humano.

En el momento en que Thad Beaumont en pleno bloqueo creativo, una vez que su novela Las súbitas bailarinas optase al Premio Nacional de Literatura y lo perdiese, decidió proseguir los consejos de su mujer y difundir una secuencia de thrillers retorcidos y sanguinolentos bajo el seudónimo de George Stark, no pensó, ni por asomo, que le sería tan bien difícil «liberarse» de ese otro yo que, no se explicaba de qué forma, había dejado de ser ficcional.

En el momento en que el comisario Alan Pangborn hace aparición en su casa acusándole de un despiadado asesinato, Thad trata de asegurar su inocencia, de garantizar que nada debe ver con todos esos horripilantes homicidos realizados tan cerca de su casa, ni con la retorcida cabeza que protagoniza sus novelas policiacas, ni con las llamadas de aquella voz que, indecente y susurrante, le solicita al teléfono que se rinda. Pero, ¿de qué forma argumentar que sus huellas ensangrentadas han aparecido por doquier en la escena del delito?

La crítica dijo...
«Espeluznante.»
The New York Times Books Review