Mirando hacia atrás…sin ira

Cesar, es un afamado pintor. Su mayor defecto es ser realmente mujeriego. Bastante de forma frecuente, juguetea, con el cariño de 2 mujeres, al tiempo. Estos conflictivos temas cariñosos, hacen que viaje regularmente de un país a otro. A Paris, llega en el año 1967 y también participa de manera activa, con alumnos y artistas en la mítica huelga de Mayo del 68. Estando exponiendo su obra pictórica, en Colombia, se hace novio de la hija de un General del Ejercito Colombiano. Como ella, le ha entregado su virginidad, le pide deber de boda, a eso que él, ingresa, para escapar del paso, pero no posee ninguna intención de casarse con ella. Escapa, y frente al miedo a represalias del padre de su prometida, se refugia en un apartado poblado africano. Allí, se integra de manera rápida a la manera de vida de los originarios y queda seducido por la amabilidad de sus pobladores y la hermosura de sus panoramas. Pinta sin cesar, juntando considerable suma de obra. Un día, es requerido por el rey de una tribu vecina, que le ocupa el retrato de su única hija, la princesa Musaka. El pintor, queda impresionado, por la hermosura, de esta estatua joven de ébano. Se enamoran y contraen matrimonio. Años después, se trasladan a Europa para llevar a cabo exposiciones en las Galerías de Arte mucho más esenciales. Todo marcha sobre ruedas. Pero Cesar, cede a los encantos de una novia de juventud y la hermosa princesa les coge infraganti. Ella, sale horrorizada con su hija y regresa a África. Cesar, sabe que la ha perdido para toda la vida y empieza a tomar. Una noche tiene una riña con un borracho que le hiere con una navaja en su mano derecha, ocasionándole enormes estropicios en los ligamentos. Los doctoren le predicen que esa mano va a quedar inutilizada para regresar a colorear. Solo y arruinado merodea por la localidad, con un solo propósito, localizar los medios suficientes para lograr regresar a África y soliciar perdón a su mujer y a su hija.