Memorias (Biografías nº 4)

Tras una vida demasiado dificultosa en lo profesional y mucho más aún personalmente, Hector Berlioz decidió lanzarse a la compañía autobiográfica como una necesidad de justificación frente a los asaltos sufridos por crítica y público parisinos, tal como frente a la sepa de acompañamiento de las instituciones. El resultado es una obra redactada en un estilo simple, directo y distanciado del recargamiento sentimental propio de las novelas de la temporada, donde hace de la ironía un recurso de ataque eficiente, y del sentido del humor un medio para ganar la cooperación y empatía del lector.

Las Memorias son, ya que, el producto de la aventura literaria emprendida por un hombre romántico, para quien la música forma el mucho más prominente nivel de elevación del alma hacia la realidad. Para Berlioz, el arte está sobre todas las cosas, de la gente y de los aplausos. Tan solo existe algo que se ubica a su altura: el cariño. De hecho, el cariño y la música forman los 2 enormes temas de esta obra. La auténtica personaje principal es, indudablemente, la música, de forma que el objetivo artístico que se quiere lograr aparece de la configuración literaria de datos musicales. En sus páginas se muestran orquestas, músicos, directivos, virtuosos y vocalistas que, como individuos, van urdiendo la trama autobiográfica del creador. Pero, de manera paralela, todo el libro es el cauce de una increíble historia amorosa romántico que no consigue su desenlace hasta el punto y final y merced a la que lo acerca a el aspecto de una novela.

Este libro se erige, tan solo un pequeño peldaño sobre Las tertulias de la orquesta, como la obra en prosa mucho más destacable sobre música y, indudablemente, como el más destacable libro escrito por músico alguno. A la inversa que otros músicos, Berlioz fue escritor por vocación. Como tal, siente la necesidad de expresarse con la pluma para proteger su credo artístico y su concepción de la estética musical en frente de los usos parisinos contra los que le tocó batallar durante toda su historia. El Berlioz escritor, mucho más que transformarse en narrador de su historia, será un cronista solicitado de enseñar al planeta las desventuras de un artista en su afán por desenvolverse en una temporada y un espacio nada convenientes al arte.