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"Yo, en el fondo, no soy mucho más que un patriota catalán." Con esta declaración de principios empieza Jordi Pujol el último volumen de sus Memorias, en el que repasa sus tres últimos ordenes en la Generalitat y su relación con los consecutivos gobiernos españoles, en primer sitio con un PSOE hostigado por los escándalos —etapa de la que el creador resalta la buena sintonía con Felipe González— y después con el PP, con quien CiU firmó el discutido pacto del Majestic en 1996 —del que Pujol critica una escenificación "algo excesiva"—, y del que se terminaría alejando a lo largo de la segunda legislatura, ahora con mayoría absoluta, de José María Aznar.
De la relación con el PP y con Aznar, un político al que el ex- presidente catalán considera víctima, igual que a José Luis Rodríguez Zapatero, del "síndrome del nuevo rico", Pujol hace, sin embargo, un cómputo positivo. La llegada del AVE a Barcelona, el Eje Transversal y la ampliación del campo de aviación de El Prat son fruto de acuerdos logrados esos años, en los que se cuajó asimismo su sucesión adelante de CiU, detallada en Artur Mas, al que Pujol encomia por ser con la capacidad de regentar la "extendida y dura travesía del desierto" de la oposición entre 2003 y 2010.
La llegada del euro, el enfrentamiento de la energía, el impulso al arco mediterráneo y la novedosa avalancha de inmigración fueron varios de los desafíos que encaró Pujol en su última etapa, a la que prosiguió el tripartito de Pasqual Maragall, un período de "desconcierto" que acaba con la sentencia "asoladora" del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de 2006. Un final de etapa que, según Pujol, podría llevar a Cataluña a una bien difícil situación en la que se vea obligada a elegir entre la residualización y la opción independentista.
De la relación con el PP y con Aznar, un político al que el ex- presidente catalán considera víctima, igual que a José Luis Rodríguez Zapatero, del "síndrome del nuevo rico", Pujol hace, sin embargo, un cómputo positivo. La llegada del AVE a Barcelona, el Eje Transversal y la ampliación del campo de aviación de El Prat son fruto de acuerdos logrados esos años, en los que se cuajó asimismo su sucesión adelante de CiU, detallada en Artur Mas, al que Pujol encomia por ser con la capacidad de regentar la "extendida y dura travesía del desierto" de la oposición entre 2003 y 2010.
La llegada del euro, el enfrentamiento de la energía, el impulso al arco mediterráneo y la novedosa avalancha de inmigración fueron varios de los desafíos que encaró Pujol en su última etapa, a la que prosiguió el tripartito de Pasqual Maragall, un período de "desconcierto" que acaba con la sentencia "asoladora" del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de 2006. Un final de etapa que, según Pujol, podría llevar a Cataluña a una bien difícil situación en la que se vea obligada a elegir entre la residualización y la opción independentista.
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