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Las Meditaciones forma una suerte de testamento interior, donde Marco Aurelio recuerda a todas y cada una la gente esenciales de su historia en forma autobiográfica, quizás datable hacia el año 179 (antes de su muerte).
El libro II, escrito en Carnuntum, asimismo en teoría de datación tardía, podría ser escrito en el año 178 y, cosa más esencial, representa el hilo conductor para una viable interpretación cronológica de la obra. En un caso así sería bastante simple (si bien viable) meditar en una cronología donde el primero de los libros es datable en el 179 y el último en el 168, poco tras la desaparición del amigo y profesor Marco Cornelio Frontón.
La unidad genuina de la obra, que a juicio de ciertos investigadores hace aparición como una suerte de grupo de pensamientos, sin aparente concatenación entre las varias medites, está en la actitud espiritual del creador al ver la vida y las cosas terrenas, en una visión mucho más extensa, fuera del tiempo, fuera de los acontecimientos contemporáneos que lo rodeaban. Los libros desde el II al XII poseen meditaciones sobre la condición humana, la vida, la desaparición, el cosmos, la creación, la moralidad, la fortuna, los valores en los que la gente tienen que inspirarse. Marco Aurelio semeja encerrarse en sí con una meditación melancólica, admitiendo el peso del imperio como un triste deber.
Reanuda las situaciones estoicas con un acento sobre el sentido de impotencia del hombre frente Dios, y de la superficialidad de las representaciones humanas. Semeja adecuarse a las causas supremas que rigen el planeta, en relación sabio y pensador, aun en el momento en que tiende en este escrito a escapar de todo el mundo y de la materialidad de la vida. Frente al “no sentido” de todo el mundo y de sus realidades caducas, la única vía que queda al sabio es el regresar sobre sí mismo que da concepto a su vida individual.
El libro II, escrito en Carnuntum, asimismo en teoría de datación tardía, podría ser escrito en el año 178 y, cosa más esencial, representa el hilo conductor para una viable interpretación cronológica de la obra. En un caso así sería bastante simple (si bien viable) meditar en una cronología donde el primero de los libros es datable en el 179 y el último en el 168, poco tras la desaparición del amigo y profesor Marco Cornelio Frontón.
La unidad genuina de la obra, que a juicio de ciertos investigadores hace aparición como una suerte de grupo de pensamientos, sin aparente concatenación entre las varias medites, está en la actitud espiritual del creador al ver la vida y las cosas terrenas, en una visión mucho más extensa, fuera del tiempo, fuera de los acontecimientos contemporáneos que lo rodeaban. Los libros desde el II al XII poseen meditaciones sobre la condición humana, la vida, la desaparición, el cosmos, la creación, la moralidad, la fortuna, los valores en los que la gente tienen que inspirarse. Marco Aurelio semeja encerrarse en sí con una meditación melancólica, admitiendo el peso del imperio como un triste deber.
Reanuda las situaciones estoicas con un acento sobre el sentido de impotencia del hombre frente Dios, y de la superficialidad de las representaciones humanas. Semeja adecuarse a las causas supremas que rigen el planeta, en relación sabio y pensador, aun en el momento en que tiende en este escrito a escapar de todo el mundo y de la materialidad de la vida. Frente al “no sentido” de todo el mundo y de sus realidades caducas, la única vía que queda al sabio es el regresar sobre sí mismo que da concepto a su vida individual.
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