La Mansión

Lilly recibe una exclusiva oferta de empleo que no puede negar tras ser despedida como enfermera en la clínica donde trabajaba.
El nuevo trabajo es en una enorme y suntuosa mansión.
¿Pero de qué?
La paga es mucho más de lo que puede imaginar y no puede dejarlo pasar, de esta forma deba engañar sobre su profesión.
Pero en el momento en que conoce al dueño de la mansión, el señor Boone, queda hipnotizada por él.
Es guapo.
Grande.
Fuerte.
De ojos azules y pelo castaño.
Intrigada por la curiosidad que oculta ese hombre, escoge admitir el trabajo, pero viene con algo mucho más.
Una iniciativa.
No posee mucho más antídoto que decir que sí, de este modo le cueste un tanto su independencia y admitir dudosamente las reglas dentro, y una de ellas es: No subir al segundo piso por nada de todo el mundo.
Por las noches escucha ruidos extraños del piso superior. En la habitación del señor Boone.
Gemidos.
Golpes.
Y algo mucho más... exitación.
Un día escoge subir al piso contraindicado y revela lo inimaginable.